En 1995, el doctor Frank Drake visitaba Lleida para recibir la medalla de la Fundación Joan Oró, de las manos del prestigioso bioquímico español colaborador de la NASA ya desaparecido, e impartir una conferencia sobre la búsqueda de vida inteligente en el universo. Entonces, este astrónomo estadounidense pionero del proyecto SETI (Búsqueda de Inteligencia Extraterrestre), actualmente de 87 años, era especialmente conocido por su simbólica fórmula que calculaba el número de civilizaciones inteligentes en la galaxia capaces de contactar por radio: la ecuación de Drake, popularizada por su amigo el astrónomo Carl Sagan --autor de la serie Cosmos--.

En aquella ocasión, el doctor Drake no dudó en asegurar que en pocos años, hacia el año 2000, se tendría las primeras evidencias de inteligencia extraterrestre en forma de señales de radio provenientes del espacio.

Lo cierto es que el 6 de octubre de ese mismo año 1995 los astrónomos Michael Mayor y Didier Queloz publicaron en la prestigiosa revista científica Nature el descubrimiento desde el Observatorio de la Alta Provenza (Francia) del primer planeta alrededor de otra estrella: alrededor de 51 Pegasi y a 50 años luz del Sol.

En los años siguientes, el número de exoplanetas descubiertos creció de forma exagerada, especialmente, con los descubrimientos del telescopio espacial Kepler de la NASA, puesto en órbita en el año 2009, precisamente, con la única finalidad de descubrir planetas alrededor de otras estrellas. El goteo incesante de descubrimientos de exoplanetas ya comparables a la Tierra y algunos en la llamada zona de habitabilidad --allí donde es posible albergar la vida-- hace pensar que la existencia de extraterrestres pueda ser un fenómeno bastante habitual en el universo.

Sin embargo, llegado el año 2000, no se tuvo ninguna señal alienígena detectada e, incluso, actualmente, con más de 4.000 exoplanetas descubiertos, seguimos sin escuchar nada anormal con nuestros radiotelescopios. De momento, no se ha detectado a nadie «ahí fuera» intentando comunicarse con la Tierra.

Por eso, puede parecer un cierto revés añadido la noticia de esta semana sobre la señal Wow!, una de las pocas señales «extrañas» que se han obtenido del espacio durante todos estos años de escucha con radiotelescopios.

Tras conocerse recientemente el origen de esta sibilina señal, el doctor Drake, sin duda, estará feliz con el número de exoplanetas que incesantemente se van descubriendo, pero desolado por el silencio galáctico detectado.