Que un avión choque contra un dron es ahora mismo una de las pesadillas de la Agencia Europea de Aviación (EASA, en sus siglas inglesas), que está buscando cómo hacer respetar las carreteras y autopistas celestes hasta ahora reservadas a aviones y avionetas ante aparatos no tripulados (drones y aeromodelismo) que cada vez vuelan más alto y más lejos, y cuentan con más aplicaciones y usos. El organismo que reúne a todas las agencias de seguridad aérea europeas propone nuevas normas que ampliarán la actual normativa para profesionales y la restringirán para los aficionados, y harán que los aviones sean más seguros ante posibles impactos de aparatos.

Aunque por el momento se acota el espacio aéreo reservado a los drones y se prima a la aviación comercial, la EASA ha convocado una comisión con fabricantes, aerolíneas y agencias de seguridad de cada país para evaluar los riesgos reales de colisión entre drones o aparatos de aeromodelismo y aviones comerciales, y adaptar los estándares a esta eventualidad, que no está prevista por la ley actualmente ni por los propios fabricantes. Sus primeras conclusiones se esperan para este próximo julio.

CRECIMIENTO // Los pilotos y los controladores apoyan que se adopten más medidas en vista del crecimiento del sector e incidentes como el reciente del aeropuerto de Bilbao, donde un piloto dijo haber visto tres drones en formación. Si a las aves cerca de los aeropuertos se las controla con cetrería, con los drones no se tiene tan claro. “No hay muchos incidentes de aviones con drones pero hay algunos y hay un incremento, y hay que prever si la gente desconoce la norma actual o es que no la aplica”, señala Susana Romero, secretaria de comunicación de la Unión Sindical de Controladores Aéreos (USCA).

“Las resistencias de los aviones están pensadas para soportar aves pero no elementos metálicos, nuevos materiales o baterías. No hay que esperar a que haya una desgracia para legislar sobre esto. Ya pasó con los punteros láser, hasta que no se hizo pedagogía sobre los peligros que suponían no bajaron los incidentes”, explica Fernando Marián de Diego, vocal técnico de la Asociación Profesional de Controladores de Tránsito Aéreo (Aprocta), que alerta de casos de “furtivismo manifiesto” en el uso de drones.

“Sí, hay más episodios con drones y muchos ni se reportan. En internet se pueden encontrar fotos de drones cerca de torres de control, radares o aeropuertos. El espacio aéreo tiene su código de circulación, y si no se conocen las normas, es un problema”, sostiene Rafael Teijo, vocal del Sindicato Español de Pilotos de Líneas Aéreas (SEPLA).

2.000 PILOTOS CON LICENCIA // El sector de los drones aboga por la regulación y el cumplimiento de las leyes pero desconfía de las voces de alarma. “Parece que cada vez que un piloto ve una cosa rara volando delante suyo lo atribuye a un dron. Hay muchas cosas ahí arriba”, se queja Jordi Santacana, miembro del lobi Catalonia Smart Drones, que agrupa a 34 empresas. En España hay actualmente más de 2.000 pilotos de drones con licencia, 1.337 empresas certificadas y 68 escuelas, además de 89 fabricantes que pueden instruir sobre sus aparatos. Todo se puede consultar en la web de la Agencia Estatal de Seguridad Aérea (AESA).

Santacana, exinstructor de vuelo, recuerda que con bastante frecuencia hay incidentes con aves (el último, una avioneta se estrelló tras chocar contra un buitre en Arbizu, en Navarra), pero los de drones son escasos. “Por peso, por velocidad y por impulso, sería extremadamente difícil que un dron pudiera hacer caer un avión comercial, pero sí podría hacer daño si chocara contra las palas de un helicóptero”, admite. Santacana advierte también de la proliferación de objetos en la atmósfera, desde globos aerostáticos a globos sonda, o incluso considerados inofensivos como globos infantiles o bolsas de plástico. A una de estas, recuerda, se le achaca un incidente con un avión de British Airways cuando aterrizaba en el aeropuerto de Heathrow y que en principio se atribuyó a un dron. Días después, el Ministerio de Transportes británico desmentía que el causante hubiera sido un aparato no tripulado.

“Es muy difícil ver un dron. Si no sabes dónde están, ni los encuentras. Si un dispositivo de 8 kilos se acercara a un avión, las propias turbulencias que genera un aparato tan grande harían que el dron saliera muy malparado”, afirma Joan Lesán, piloto de drones, que no duda en hablar de “campaña de descrédito contra los drones”.

Susana Romero, secretaria de comunicación de la USCA y controladora en Santiago, recuerda que “cualquier actor debe notificar su posición en el espacio aéreo, incluidos paracaidistas y fuegos artificiales”, indica. “Una colisión con drones o pájaros podría suponer la pérdida de control en un momento de estrés en operaciones que ya suponen mucha carga de trabajo”, señala. H