El fenómeno de los másteres, en entredicho por el título fantasma de Cristina Cifuentes, empezó con el llamado plan Bolonia (Espacio Europeo de Educación Superior), un acuerdo impulsado por las universidades europeas para modernizar el sistema y hacerlo homologable para facilitar el intercambio de estudiantes. El grado sustituyó a las licenciaturas y diplomaturas, el máster suponía una especialización de un año (60 créditos) o dos (120) y al doctorado se accedía tras el máster específico. La paradoja es que mientras la mayoría de los países aplicaron el 3+2 (tres años de grado y dos de máster), España optó por ir a su bola, con el 4+1.

«La cada vez mayor movilidad de alumnos acentúa el desajuste y ahora la tendencia es que se hagan grados más cortos y más másteres», sostiene Albert Sangrà, profesor de Estudios de Psicología y Ciencias de la Educación de la Universitat Oberta de Catalunya (UOC). Pero el giro hacia el 3+2 no es fácil. «Se tendrá que replantear la financiación. Es complejo, con sus pros y sus contras».

¿ES UN NEGOCIO? // La titulitis y los precios más elevados de los másteres respecto de los grados han despertado suspicacias sobre la mercantilización de la universidad. ¿Es un negocio la proliferación de másteres? «Para algunos obviamente sí, pero no hay que generalizar. Los centros privados buscan beneficios y los públicos, ser sostenibles», argumenta.

En la misma línea se expresa la investigadora académica Vera Sacristán, para quien la mayoría de estos posgrados no regulados tienen un «objetivo económico». No es el caso, en su opinión, de las titulaciones oficiales de centros públicos, donde los «másteres supercaros son minoría». La calidad, dice que es «muy variable». «Los oficiales suelen ser serios, sobre todo los orientados al doctorado y los habilitantes, necesarios para ejercer la profesión».

La explosión de estudios superiores es consecuencia, según Sacristán, de «un sistema competitivo para intentar atraer a más estudiantes, pero no significa que acabe beneficiando a las instituciones públicas». El problema, subraya, es que ese exceso, mayor en los grados que en los másteres, provoca «un desconcierto» en el alumnado. Una empanada de titulitis inexistente antes del plan Bolonia, cuando el ministerio fijaba los estudios. «Falta planificación, no está claro que esté justificada tanta variedad», afirma la experta, que destaca el descenso de másteres en España en el último año, síntoma de una rectificación. Según las estadísticas del ministerio, en el 2017-2018 se registraron 3.540 másteres oficiales (2.780 públicos y 779 privados).

COSTE DISPARADO // El trasvase al 3+2 debería comportar un reajuste, equiparando el precio del primer año de máster al de grado. Las tarifas se establecen por créditos, oscilando desde el 30,88 euros a 41,17 según las rentas familiares. El 85% de los másteres tienen 60 créditos, y el resto, 90 o 120, lo que se traduce en precios que se disparan a 3.000 o 4.000 el máster público de un año (de 5.000 a 6.000 o más el privado), mientras que el grado se sitúa entre 1.700 y 2.500 euros.

Los precios para los estudiantes extracomunitarios son superiores. Capítulo aparte son las enseñanzas en las elitistas Esade e IESE para la formación de personal directivo, que pueden llegan a rondar los 60.000 euros.