Una investigación del Instituto Aragonés de Ciencias de la Salud demuestra que el aislamiento social y la soledad son factores de riesgo para la salud mental y física, estados que a su vez se reflejan en la piel.

La piel y el sistema nervioso central están embriológicamente relacionados y comparten hormonas, neurotransmisores y receptores, por lo que la piel se convierte en ocasiones en un marcador, una señal de que algo no está funcionando en nuestro interior, informan fuentes del Gobierno de Aragón en una nota de prensa.

Alrededor de una cuarta parte de la población mundial sufre de alguna enfermedad de la piel y según la Organización Mundial de la Salud, el 80 % de las enfermedades de la piel tienen origen somático, motivo por el que es necesario tratar tanto la enfermedad de la piel que se ve como la que no se ve.

En esta línea, el grupo de investigación en PsicoDermatología del Instituto Aragonés de Ciencias de la Salud (IACS) ha desarrollado una investigación para analizar la influencia de las relaciones sociales en la salud mental y la calidad de vida.

El proyecto FIS, que se ha extendido desde el año 2012 al 2015, ha analizado el Sociotipo en Psicodermatología de 159 pacientes y 58 personas sanas en el entorno de salud de Alcañiz. Ahora, comienza una segunda fase del proyecto para 300 pacientes de más de 65 años.

El investigador principal del proyecto y dermatólogo, Servando Marrón, la psicóloga Lucía Tomás y la enfermera Monserrat Sarrión han participado en este estudio multidisciplinar que busca identificar y mejorar la calidad de la asistencia para los pacientes dermatológicos que presentan síntomas de ansiedad o depresión y para las patologías de la piel derivadas de problemas relacionados con el sistema nervioso.

Así, se ha tenido en cuenta la influencia de las enfermedades dermatológicas en las patologías psicológicas de los enfermos.

La muestra la han conformado pacientes, leves o moderados, de cinco de las enfermedades dermatológicas visibles más comunes: psoriasis, acné, alopecia, eccema y neurodermitis.

Este estudio propone en sus conclusiones preliminares que los pacientes afectados por enfermedades dermatológicas están más aislados socialmente, que se consideran a sí mismos poco sociables y que se encuentran más solos que las personas sanas que también han participado en este estudio.

Además se percibe que los pacientes mantienen una relación menos estrecha con su familia que las personas sanas, que hablan poco y tienen menos amigos y conocidos y que les cuesta entablar relación con personas nuevas o incluir nuevos amigos en sus círculo de amistades.

Otro de los indicadores que se ha tenido en cuenta cuánto se ríen al día los pacientes, ya que la ausencia de risa es también un síntoma de que algo no funciona bien en el interior.

Los investigadores estiman que estas conclusiones, obtenidas para pacientes del entorno rural, probablemente se verán agravadas en pacientes urbanos, cuyos entornos sociales y familiares están más diluidos y lejanos y tienen menor calidad de vida.

Como tratamiento, desde la Psicodermatología se propone una atención holística: centrarse en lo que le preocupa al paciente; dedicarle un poco más de tiempo y ejercer una escucha activa; no quedarse solo en una prescripción médica sino combinarla con otras medidas encaminadas a mejorar las relaciones sociales del paciente y su autoestima.

Tratamiento que permite mejorar la calidad de vida de los pacientes en casi el 100 % de los casos.

Asimismo, posiblemente se podrían disminuir los fármacos necesarios para el tratamiento a medio y largo plazo y se podría reducir el número de visitas al médico en pacientes crónicos.

El Grupo Aragonés de Investigación en PsicoDermatología subraya la necesidad de poner en marcha grupos multidisciplinares de trabajo en coordinación con dermatología, salud mental, enfermería y trabajo social y, en especial, con atención primaria.

Una buena y completa atención en una primera visita con un buen diagnóstico puede disminuir considerablemente la necesidad de atención posterior, concluyen.

La investigación cuenta con la participación del Grupo de Investigación en Bioinformación y Biología de Sistemas, del IACS, el departamento de Psicología de la Universidad de Zaragoza y la Unidad de Clínica Dermatológica del Hospital de Alcañiz.