La reina Isabel II pidió ayer a los británicos «autodisciplina» y «determinación» para sobrellevar la crisis del coronavirus. En un mensaje excepcional a la nación, «en estos tiempos especialmente difíciles», la soberana de 93 años hizo un llamamiento de unidad al país para que dé ejemplo y esté a la altura de las circunstancias.

«Espero que en el futuro podamos sentirnos orgullosos de cómo hemos respondido a este desafío y decirle a los que vengan detrás que esta generación de británicos fue tan fuerte como las otras», aseguró la monarca para añadir: «Que las cualidades de autodisciplina, la determinación tranquila y bien humorada, así como el compañerismo, todavía caracterizan este país».

Isabel II, que presentaba un buen aspecto, pidió a todos un esfuerzo colectivo. «Juntos estamos confrontando esta enfermedad y quiero asegurarles que si permanecen unidos y decididos, lo superaremos».

El mensaje televisado de cuatro minutos fue grabado el jueves con las máximas precauciones. Solo hubo un cámara completamente protegido en la misma habitación que la reina y mantuvo la distancia reglamentaria. La grabación se realizó en el castillo de Windsor donde se encuentra recluida en estos momentos la jefe del Estado.

La intervención se produce cuando el Reino Unido ha alcanzado la cifra de 4.934 muertos a causa del coronavirus y 47.806 infectados.

Isabel II rindió tributo al personal de la sanidad pública (NHS), que atiende en primera línea a los enfermos de covid-19, y a los que siguen llevando a cabo tareas esenciales. Mientras hablaba se intercalaron imágenes de los sanitarios trabajando en los hospitales y los militares distribuyendo mercancías.

Sus palabras fueron también de esperanza y consuelo. «Aunque aún tenemos que aguantar, días mejores vendrán: volveremos a ver a nuestros amigos de nuevo, volveremos a ver a nuestras familias, nos volveremos a encontrar».

Exceptuando el tradicional discurso de Navidad, solo en contadas ocasiones y en circunstancias muy especiales, la soberana ha lanzado un mensaje a la nación. Ocurrió durante la Guerra del Golfo en 1991, tras la muerte de la princesa Diana de Gales en 1997, y después del fallecimiento de la Reina Madre en el 2002.

La declaración se hizo de mutuo acuerdo con la oficina del primer ministro entre críticas de quienes se preguntaban por qué la reina no hablaba públicamente en estos momentos.