Un Planeta cercado por grandes medidas de seguridad. Un Planeta tenso. Una pareja de escritores incuestionable, que aúna gran literatura, reconocimiento y gancho para los lectores. Son Javier Cercas y Manuel Vilas, ganador y finalista del premio. Si en los últimos años se le ha solido reprochar a los organizadores del galardón que primara el sello de la comercialidad sobre la excelencia literaria, no es el caso de la edición de anoche. Se regresa pues a los tiempos en los que lo ganaron Mario Vargas Llosa, Antonio Muñoz Molina, Juan Marsé o Soledad Puértolas.

Pero la actualidad manda y el Planeta quedará también para la historia como el que se celebró en medio de las protestas contra la sentencia del procés, con un ganador, Cercas, lo suficientemente significativo y carismático respecto a su posición constitucionalista como para apuntalar la absurda decisión tomada por parte del Govern, otro año más, de no mandar representación.

Muy alejada de otros trabajos del autor, Terra Alta, la novela premiada de Cercas --sucede en el palmarés al profesor de la UJI Santiago Posteguillo, ganador del 2018--, está muy pegada a la actualidad y tiene como protagonista a un antiguo delincuente reconvertido en heroico mosso d’esquadra al haberse enfrentado al terrorismo yihadista en los atentados de Cambrils. Ese personaje, Melchor Marín --que es exactamente el seudónimo con el que se presentó Cercas--, es el investigador de un triple asesinato en el que la ficción y la realidad más reconocible se dan la mano. La novela supone la primera incursión del autor en la literatura de género aunque en trabajos como Las leyes de la frontera se acercó mucho a los recursos del thriller, sin acabar de serlo.

MIRADA DESUBICADA / Nacido en Ibahernando, Cáceres, en 1962, y radicado en Cataluña, en especial en Girona durante años, Cercas se define a sí mismo como un catalán «que no ha logrado dejar de ser extremeño». También es un confeso no nacionalista y esa mirada desubicada, asegura, le ha convertido en un testigo perfecto del malestar inicial que echó a rodar las fuerzas soberanistas. «Creo que ha sido muy fácil encontrar enemigos externos y entiendo que la gente quiera lanzarse a la aventura, pero, lo siento, solo soy partidario de las aventuras en la literatura», dijo.

La novela del finalista, Manuel Vilas (Barbastro, Huesca, 1962), podría considerarse la continuación de su gran éxito Ordesa, su cara B más luminosa. En clave autobiográfica como la anterior, Vilas recoge la carga de aquel libro, la depresión ante el paso de los años, la muerte de sus padres o su ruptura matrimonial, para encontrarse a sí mismo en un tiempo de «comprensión y felicidad». No en balde, la novela, fiel a ese estilo sintético que Vilas tiene de titular, se llama Alegría.

En apenas dos años, este narrador y poeta ha pasado de ser un escritor con pocos pero fieles seguidores gracias a excelentes novelas como España, Aire nuestro o Los inmortales, marcadas por un gran sentido del humor, a protagonizar el último fenómeno editorial con Ordesa, que ha agotado hasta la fecha más de 14 ediciones, una novela profundamente amarga muy poco complaciente con los lectores, que es también una descarnada confesión.

Hay una interpretación más respecto a del Planeta 2019 y es el hecho de que ambos autores formaran parte hasta ahora del catálogo del grupo Penguin Random House, que recientemente adquirió el sello Salamandra para acortar distancias frente al gigante Planeta en la edición en castellano. El trasvase de dos pesos pesados como Cercas y Vilas podría interpretarse como una reacción a aquella adquisición y en cualquier caso significa un golpe en la mesa del Grupo Planeta.