Si lo supieran, muchos padres se llevarían las manos a la cabeza: los jóvenes juegan y apuestan con total normalidad y la asistencia a salones de juego y el juego on line se han convertido en una opción de ocio grupal más para los españoles de entre 18 y 24 años que, en algunos casos, sustituye a otras posibilidades como ir al cine. Además, los jóvenes no perciben que las pérdidas derivadas de esta afición, que en muchos casos iniciaron siendo menores, supongan ningún problema, sino «un gasto de ocio».

Es la conclusión de la investigación realizada por el Centro Reina Sofía sobre Adolescencia de la FAD (Fundación de Ayuda para la Drogadicción) con el apoyo de la Delegación del Gobierno para el Plan Nacional sobre Drogas, que analiza las percepciones de los jóvenes de entre 18 y 24 años sobre los juegos de azar, ante la evidencia de que cada vez más personas tienen esta afición y, por ende, está creciendo la ludopatía. Según las últimas encuestas del Ejecutivo, más de un millón y medio de personas juegan dinero on line (el 3,5% de la población). En el caso de los jóvenes, ha crecido cuatro puntos el porcentaje de quienes juegan por internet (del 6% al 10%) y casi 10 puntos el de aquellos que lo hacen de forma presencial (del 13% al 22%).

ACCESO FÁCIL / El problema tiene sus raíces en el hecho de que en la mayoría de los hogares es normal jugar a la lotería y a las quinielas, lo que, unido a la proliferación de salones de juegos, ha motivado que estos espacios se hayan convertido en un «punto de encuentro», según la investigación, realizada a través de las opiniones expresadas por los jóvenes en grupos de discusión.

El inicio del hábito comienza en esas salas, donde se puede jugar sin dinero real, a través de cuotas y bonos de dinero ficticio. Así, los usuarios comienzan a engancharse a edades muy tempranas, dado que los propios encuestados señalan que es «fácil saltarse la ley» y entrar en los salones de juego, pese a que la legislación veta el acceso a los menores de edad. La obtención de una recompensa inmediata genera el imaginario colectivo de que es «dinero fácil» y la búsqueda de una autonomía económica.

Tras los inicios en las salas de juego, el juego on line «contribuye a la consolidación de los hábitos», según la FAD. Las ventajas es que permite el anonimato y, por lo tanto, saltarse el límite de edad, así como ejercer esta afición sin restricciones de lugar y tiempo. En ambas modalidades, los jóvenes otorgan un «lugar privilegiado» a las apuestas deportivas y juegos de cartas.

Este colectivo tiende a convertir en modelo o líder del grupo a aquel que «sabe» apostar y considera a los profesionales unos referentes. Nada que ver con el estereotipo que tiene de los ludópatas, problema al que considera que se llega tras mucho tiempo. Y es que, en su opinión, los juegos de azar «solo» suponen riesgos económicos y, siempre y cuando se «cumpla» con las obligaciones, no es algo patológico, sino divertido y que engancha.