El juez de La Seu d’Urgell, Ignacio Risueño, que investiga la presunta estafa del caso Nadia, está decidido a reconstruir toda la supuesta trayectoria de Fernando Blanco y Marga Garau con la pequeña por hospitales de media España. Así se explica que el magistrado haya reclamado informes sobre el parto de la pequeña a los médicos que la atendieron.

Las diligencias judiciales, a las que ha tenido acceso EL PERIÓDICO, aportan detalles de la vida familiar y de la ola de solidaridad que provocaron entre sus vecinos de Organyà, que son quienes finalmente les denuncian ante los Mossos d’Esquadra después de que varios medios de comunicación destaparan sus mentiras, y que les habían llevado a organizar colectas en el pueblo por las que recaudan más de 20.000 euros.

Las primeras declaraciones de Blanco y Garau ante el juez revelan inconsistencias en su relato sobre los médicos que atendían a la pequeña, que hacen que el juez haya solicitado informes de Nadia a los servicios de salud de Baleares, Cataluña, Madrid, Navarra y a la Seguridad Social.

NI EN AFGANISTÁN NI EN HOUSTON

La madre confesó ante el juez que la niña no tenía pasaporte y el matrimonio admiten que la menor nunca estuvo ni en Panamá ni en Houston, donde se suponía que la habían operado, ni en Afganistán, donde supuestamente fue a conocer a un investigador. Y que el coste de las medicinas, según la madre, era muy inferior al que apunta el padre.

El magistrado descubre también que la pequeña Nadia acudía muy poco al colegio. Según el director de la escuela Miret i Sans de Organyà, tan solo ha ido 17 días a clase este curso escolar, supuestamente por “los tratamientos médicos”.

Blanco y Garau dan al juez versiones distintas de cómo fue el diagnóstico inicial de la menor y de qué médico les atendió. Según Blanco, cuando nació Nadia les dijeron que tenía “un síndrome” pero que la tricotriodistrofia no se la diagnosticaron hasta un año y medio después, y que fue en el Hospital Clínic de Barcelona, tras haber pasado por Son Llatzer y por Sant Joan de Deu. Según explica el padre, él mismo recogió las muestras de cabello de la menor que permitieron el diagnóstico, según las instrucciones de un médico al que había conocido por internet. La madre, en su declaración, afirma que las extracciones las realizaron profesionales en Son Llatzer y da otro nombre del médico de Barcelona, sin poder precisar el hospital.

HOMEÓPATAS

En busca de un diagnóstico más afinado, recaban en la Clínica de Navarra, donde les hablan del origen genético y les dicen que lo importante es averiguar qué cromosomas tiene afectados, pero que eso es caro. Con este equipo médico están en contacto durante dos años, en un tratamiento que afirman que les costó unos 10.000 euros. A partir de aquel momento, según el padre, recurren a homeópatas en Toulouse, Madrid, Bélgica… en liosas explicaciones sobre los médicos y los tiempos.

De las conversaciones intervenidas por los Mossos se desprende que la familia podría haber estado preparando la huida al descubrirse la presunta estafa, lo que provoca prisas en su localización. Y es que el padre de la menor pasó a Francia el día 6 de diciembre, el día antes de su detención al “sospecharse investigado”. Esa noche durmió en Andorra en su coche.

Los investigadores han podido comprobar que fueron constantes los esfuerzos de Blanco, que acumula dos condenas de prisión anteriores, para no ser localizado. Hasta se llegó a rapar el pelo, según consta en las diligencias judiciales. El padre de Nadia, además, llegó a manejar diferentes números de teléfono y maniobras evasivas para no ser encontrado. Blanco llega a explicar a su mujer que es mejor siempre usar Whatsapp y borrar los mensajes. “Deja lo que quieras que se vean”, le dice. Además usa un pasaporte falso y no aparece por casa hasta que es de noche. “Noo, ahora estoy esperando que sea un poco más de noche y más tarde”, responde a una pregunta de su mujer. En otra conversación del mismo día, el progenitor admite: “Estoy en un país extranjero”. Y agrega: “Esta noche estaré en otro sitio”.

PREOCUPACIÓN POR EL ARMA

Pero la principal preocupación de la mujer es que en la frontera de Andorra se descubra una “cosa que no se puede llevar”. En concreto es una pistola que, al parecer, fue modificada para convertirla en una de fogueo. El día 7 de diciembre, antes de su detención, Blanco le informa a su mujer que está en Francia “escondido” y quiere recogerla a ella y a la niña. La esposa le alerta que al llegar tiene que vaciar el coche por lo del “pum”, refiriéndose al arma de fuego.

Horas después, la madre de Nadia llama a su marido y este le explica que viniendo de Francia se había encontrado un control de los Mossos y que se esconde en un supermercado en Puigcerdà. A partir de este incidente, le advierte que ha comenzado a circular por carreteras secundarias para no ser detenido, porque había visto en EL PERIÓDICO que los Mossos creían que había podido salir del país. Después, le explica cómo reunirse con él y abandonar la vivienda. Ese mismo día, 7 de diciembre, Blanco es detenido cerca de la Seu d’Urgell.