Cuántas probabilidades hay de que un niño de dos años sea engullido por un agujero en el suelo en mitad del campo? ¿Y cuántas probabilidades hay de que sea un pozo sin fondo y con una abertura imposible de 25 centímetros? Es más, ¿cuántas probabilidades hay además de que se movilice un dispositivo sin precedentes, humano y técnico, para rescatar al pequeño y éste se tropiece con vetas macizas que complica la perforación de un nuevo túnel para llegar hasta el niño? ¿O de que una vez concluida la obra, que en condiciones normales llevaría meses, se descubra que la trayectoria de esa nueva galería no es completamente vertical y sus paredes presenta irregularidades que impiden entubarlo? Diez días después de la desaparición de Julen en un pozo del término de Totalán (Málaga), su rescate se ha convertido en una tarea agónica por un cúmulo de fatalidades que parecen tener su origen en el mismo elemento que impulsa los trabajos: el tiempo. O mejor dicho, la carrera contra el tiempo para llegar lo antes posible al niño.

SIN DESCANSO // «Seguimos trabajando sin descanso, sentimos que cada vez estamos más cerca de Julen». Ángel García, delegado en Málaga del Colegio de Ingenieros de Caminos y portavoz del equipo rescate, es el encargado estos días de dar la cara cada vez que un nuevo contratiempo se empeña en menguar los ánimos de las 300 personas que luchan contra el Cerro de la Corona por localizar a Julen en sus entrañas. Ya no da plazos, porque el monte se los ha roto todos. La última complicación se produjo ayer mismo: los tubos de acero que deben revistar el interior del pozo para evitar desprendimientos no pasaban de los 42 metros.

«Estas discontinuidades son habituales en este tipo de perforación y de material geológico que hemos encontrado», explicó, ya que la perforadora no deja la pared limpia o pulida, quedan trozos de piedra asomando. Basta con que uno de ellos sobresalga un poco más de la cuenta para que tubo no entre. La solución: completar el paso de reperfilado que se suele hacer con estas perforaciones y que, en esta ocasión, se saltó porque «el tiempo es clave» para el rescate. Ahora, según explicó García, se está volviendo a perforar el pozo y rebajar esos salientes para encamisarlo y que, por fin, la brigada de salvamento pueda entrar en acción y excavar manualmente la galería horizontal de cuatro metros que conduzca hasta el tapón bajo el que se cree se encuentra el niño.

Mientras tanto, un juzgado de Málaga ha abierto diligencias de oficio sobre la desaparición de Julen, y que incluye un atestado de la Guardia Civil con las declaraciones a los agentes tanto de los padres como del dueño de la finca y el autor del pozo. También se investiga la ilegalidad del sondeo y la realización de una zanja, que se sospecha previa a una construcción, que podría haber movido esa tapa del pozo.

La Junta de Andalucía ya informó la pasada semana de que no había tramitado ningún permiso para excavar el pozo de más de cien metros y en ningún departamento de Gobierno autonómico consta que se solicitase las autorizaciones, pese a que son obligatorios para realizar las prospecciones en busca de agua.