Las microvoladuras han permitido este viernes por la tarde romper la máxima que se había instalado en los integrantes del dispositivo de rescate de Julen, el niño que se cayó en un pozo el pasado día 13 en Totalán. "La montaña manda en el ritmo de los trabajos", ha señalado por la mañana un portavoz del dispositivo de salvamento, tras comprobar que la dureza de la piedra cuarcítica ponía a prueba a los mineros, y apenas les dejaba avanzar metro y medio en diecinueve horas.

Pero la pericia al colocar los explosivos ha logrado romper el muro de piedra y recuperar en un par de horas el tiempo perdido, avanzando hasta los 3,35 metros de longitud tras encontrar una veta de tierra blanda, como estaban convencidos que sucedería a medida que se fueran acercando al pozo donde está atrapado el niño. Sin embargo, cuando se encontraban a apenas 60 centímetros del menor, los mineros han tenido que realizar una cuarta microvoladura, tras chocar de nuevo contra el cuarzo.

Ubicación del pequeño

La Brigada de Rescate Minera se disponía a atravesar esa nueva veta maciza, que dejó roma las puntas de los martillos neumáticos, con ayuda de topógrafos. Según el portavoz de la Guardia Civil, Jorge Martín, por la cercanía con el menor la detonación tenía que ser de "extrema precisión" para evitar daños colaterales. Una vez solventado este escollo, posiblemente el último, la idea es introducir una sonda con una pequeña cámara a fin de ubicar exactamente la posición del niño y decidir cómo terminar de afrontar esa conexión con el pozo para llegar a Julen y sacarle, labor que realizarán los agentes al actuar como Policía Judicial.

Antes de llegar a ese punto, los mineros plantaron cara al reto que les lanzaba el monte, que planteó los mismos contratiempos que el dispositivo de rescate encontró al perforar el túnel vertical paralelo al pozo. La dureza extrema que desgastó la corona de la perforadora que se abría paso tierra adentro, se la encontraron los rescatistas. El subsuelo del Cerro de la Corona, un paraje a 280 metros sobre el nivel del mar y desde el que se divisa el Mediterráneo, demostró ser de una complejidad "extraordinaria". Por eso, hubo que recurrir en cuatro ocasiones a los explosivos, una opción que facilita la rotura de la piedra, pero que requiere dos horas entre preparación de las cargas, la detonación y la limpieza del aire en el túnel.

Ánimo "igual de alto"

Pese a esa terquedad de la montaña, el ánimo de los mineros ha seguido este viernes "igual de alto que en las primeras horas". No importó que los martillos neumáticos resbalasen al intentar traspasar la piedra cuarcítica, un material abundante en la zona con una dureza 8 en una escala de 9. Los mineros siguieron adelante horadándola, ayudados por los explosivos que les permitieron reventar, literalmente, el muro rocoso.

El problema, como ya ocurrió con la perforación vertical, es que se trata de una carrera contra el tiempo, porque ya son 13 los días que el niño permanece atrapado en el pozo, sepultado tras un tapón de tierra que se localizó en torno a la cota de 71 metros. El trabajo de los héroes asturianos, como ya los denominan en la zona, está siendo extraordinario pese a desenvolverse en las peores condiciones. Los relevos se están espaciando hasta una hora y media, y cuando salen, sus ropas están empapadas por la humedad y el sudor.

De hecho, en el improvisado campamento habilitado junto a la boca del túnel disponen de camas y de una secadora para poder reutilizara el uniforme con el que descienden a 73 metros. También de café, su única petición. Dicen que se limitan a cumplir con su trabajo, y se sienten "abrumados" por el interés mediático que han despertado, como trasladó el delegado del Colegio de Ingenieros de Minas, Juan López-Escobar. "Pero lo entienden, porque toda España está pendiente de este caso".