El alcalde de Cádiz, José María González Santos, Kichi, ha ofrecido formalmente al Gobierno central que la ciudad sea el puerto de acogida del Open Arms y los cerca de 160 inmigrantes que permanecen a bordo desde hace más de una semana en situación de emergencia humanitaria ante la negativa de Italia y Malta, los puertos más cercanos, para desembarcarlos. El único regidor que mantiene Podemos se muestra muy crítico con la gestión que está haciendo del asunto el Ejecutivo de Pedro Sánchez, y reprocha que se pongan de perfil al pedir que sean los países más cercanos quienes les reciban. Permanecer de brazos cruzados ante una situación vital límite, afirma Kichi, es situarse junto a los Salvinis, Le Pens y Abascales.

En la misiva, remitida tanto al presidente del Gobierno Central como al ministro de Fomento y la Dirección General de la Marina Mercante, el alcalde ofrece formalmente la ciudad de Cádiz para que el Open Arms pueda atracar y así desembarcar a las personas inmigrantes que lleva a bordo. Un ofrecimiento inviable, por cuanto el gaditano es uno de los puertos más alejado del punto donde ahora mismo se encuentra la embarcación de la oenegé. Pero tras el ofrecimiento, carga contra la posición adoptada por las autoridades españolas, que pasa por destacar el esfuerzo que se realiza rescatando inmigrantes en el Estrecho durante todo el año y emplazar a Italia y Malta a que sean quienes acojan el barco como puertos más cercanos en el Mediterráneo.

OBLIGACIÓN MORAL DE TOMAR PARTIDO

Así, Kichi, que es uno de los miembros más críticos de Podemos respecto a la posibilidad de formar un gobierno de coalición con el PSOE, cita la Divina Comedia de Dante y argumenta que los confines más oscuros del infierno están reservados para aquellos que eligen mantenerse neutrales en tiempos de crisis moral, en alusión a quienes en situaciones en las que es moralmente obligatorio tomar partido, optan por mantenerse al margen y por ponerse de perfil. Mientras el barco permanece en alta mar, las voces progresistas callan o acusan a quienes luchan por un mundo mejor de no enfrentarse a decisiones importantes, como si enrolarse a salvar vidas en mitad de las olas fuera una decisión nimia, reprocha. Ignoran que permanecer con los brazos cruzados es situarse junto a los Salvinis, Le Pens y Abascales y a las voces que quieren llenar nuestras fronteras de insolidaridad y alambres que hieren la piel hasta dejarlas jirones, concluye, ignoran que el hambre y el miedo no entienden de nacionalidades y procedencias y menos aún en las madrugadas oscuras a la deriva.

El alcalde justifica su propuesta porque entiende que nuestra labor en el municipalismo no acaba cuando termina la localidad, sino que tenemos un papel internacional y global en la búsqueda de una sociedad más justa. Y añade que no quiero tener que explicarles el día de mañana a mis hijos que no hice nada ante la injusticia a la que someten al barco humanitario y a quienes huyeron del hambre y la miseria.

Asimismo, reconoce que sabe que su ciudad no será lugar de destino final de los náufragos. Cádiz, por esa pobreza endémica de paro y desempleo al que nos sometieron, nunca será el destino final de quien viene a buscarse la vida, pero el alcalde defiende que no existe una ciudad más significativa para volver a empezar que ésta, que abrazó el mundo con su mirada abierta, inclusiva y solidaria.