Los comercios no logran frenar el incremento de robos pese a que cada vez están más pertrechados para intentar evitarlos. Los supermercados, grandes superficies y el pequeño comercio recurren cada vez más a todo tipo de artilugios y sofisticada tecnología para disuadir a los rateros, que el año pasado se llevaron en España mercancía por valor de 1.675 millones de euros. Ello representa el 0,82% del total de las ventas, según el último informe de Aecoc, asociación que agrupa a 26.000 empresas de gran consumo.

El estudio revela que los robos se incrementan por varios factores: si el artículo es novedoso; si tiene un precio elevado y el consumidor no está dispuesto a pagarlo, y también “por la facilidad para venderlo en mercados paralelos”. Los hurtos más habituales son de bebidas alcohólicas (79%), carnes e ibéricos (71%), textil (70%), maquinillas de afeitar (68%) y conservas (58%).

Por sectores, los establecimientos más castigados son los de textil y productos de ferretería (1,22% del valor de todas las ventas), bazares (1,10%) y grandes almacenes (0,76%), entre otros.

“Los hurtos son un problema muy serio y tienen un gran impacto económico en empresas, trabajadores y consumidores”, recuerda Ignació García Magarzo, presidente de la Asociación Española de Distribuidores, Autoservicios y Supermercados. Los controles cada vez son más importantes, insisten los expertos. Los sistemas para impedir los hurtos son de lo más variado.

CAJAS Y VITRINAS // Cajas de plástico para encerrar bajo siete llaves estuches de ibéricos, quesos y latas de atún o anchoas; cuellos metálicos en las botellas de alcohol, o últimamente en el carísimo aceite de oliva virgen.

También etiquetas magnéticas duras y blandas y de distintos tamaños según el producto. Con ellas se blindan packs de atún, pastillas de caldo, las maquinillas de afeitar o incluso estuches de tabasco de dos euros, que llevan una etiqueta dentro del estuche de cartón. A todos estos dispositivos hay que añadir las vitrinas, los arcos magnéticos -algunas grandes superficies tienen hasta tres antes de alcanzar la salida-, las cámaras de vigilancia y los guardias de seguridad. Y una de las últimas novedades: una anilla en las leches infantiles. Pese a todos estos controles, el estudio La pérdida en la gran distribución comercial revela que el porcentaje de hurtos experimenta un ligero aumento respecto al 2013 (cuando fue del 0,80%), pero la cuantía sube “porque crece el consumo”.

En el 2011, en plena crisis, el porcentaje era del 1% sobre el total de ventas. “Redujimos la seguridad y subieron los robos”, se lamenta el sector. Respecto a los productos frescos, la pérdida superó en el 2014 el 2%. Las pérdidas, por supuesto, varían según el tamaño del negocio. En un supermercado grande, los robos pueden oscilar entre los 6.000 y 10.000 euros cada tres meses (algunos inventarios son trimestrales) y en otros de tamaño reducido la cifra supera los 1.000 euros.

Las empresas son cautas a la hora de hablar de los costes de las medidas de seguridad, ya que no es la solución definitiva a los robos, ya que también evitan ventas de productos como el jamón, que se compra por impulso y encerrado en una caja, no atrae. Un 40,1% reconoce que si está en una vitrina, lo deja para otro día. H