La historia de Hailu Mergia es un feliz cúmulo de despropósitos. Él, que de niño soñaba con ser cantante, acabó convirtiéndose en una de las grandes leyendas de la música instrumental. Él, que solo pensaba actuar un año con su grupo por Estados Unidos, acabó quedándose a vivir. Él, que fue uno de los organistas más prestigiosos de Etiopía, tuvo que ganarse la vida como taxista. Y cuando ya daba su carrera musical por perdida, reapareció en los escenarios en el 2013 al calor de la inesperada reivindicación de su disco 'Tche belew', de 1977.

Mergia había alcanzado su cima profesional en los 70. "Con mi grupo, la Walias Band, tocábamos casi cada noche en algún club y cobrábamos muy bien. No era un trabajo parcial; la música era nuestro trabajo", explica desde París. "Los grupos que mejoraban pasaban a tocar para los grandes hoteles, donde se pagaba aún mejor. Y el más famoso de Addis Abeba y el que mejor pagaba era el Hilton", puntualiza. Mergia y los suyos se instalaron ocho años en el Hilton. "Tocábamos de todo: soul, jazz, estándares... Nos aprendíamos las canciones escuchándolas en discos o casetes. Nosotros mismos los íbamos a comprar a las tiendas o los pedíamos prestados a algún amigo", recuerda.

Cuando la Walias Band recibióuna oferta de trabajo de Estados Unidos, no lo dudaron. "El plan era volver a Etiopía, pero una vez allí muchos cambiamos de opinión", reconoce. Su aventura americana no fue lo que ellos esperaban. "Tocábamos solo para la comunidad etíope y entonces no era muy grande, así que la primera gira no fue nada bien. Aquello afectó al grupo y nos separamos", zanja Mergia. La mitad del grupo regresó a Etiopía. Hailu montó un restaurante en Washington junto al bajista y el saxofonista. El restaurante se reconvirtió en club de música africana y como tampoco este negocio prosperó, el venerado organista etíope compró un coche y se buscó trabajo como taxista.

EN PELIGRO DE EXTINCIÓN

El rastro de la Walias Band se perdió por completo durante décadas. De hecho, el nombre de la banda hacía referencia a una cabra montesa de las montañas del norte de Etiopía en peligro de extinción (en los años 90 solo se contaban unos 200 ejemplares). Pero el último capítulo de la historia del legendario taxista del aeropuerto de Washington no estaba escrito. "Un día recibí un correo de un hombre que me decía que una copia de mi disco 'Tche belew', se había vendido en eBay por 5.000 dólares. Puede ser cierto o no, pero lo que sí es seguro es que yo no saqué nada de eso".

Los tiempos han cambiado muchísimo desde que Hailu Mergia agitaba los escenarios con su sinuoso órgano, cocinando una suerte de 'groove' espeso y pantanoso a 13.000 kilómetros de Nueva Orleans. El martes (21.00 horas) la sala Jamboree acoge su primera actuación en España. "Ahora mi público no es solo etíope, pero tengo que tocar con un trío porque es muy difícil cubrir los gastos de ocho músicos. Aún no estoy a este nivel", comenta, con un leve atisbo de ambición. Cada año regresa a Etiopía para visitar a su familia, pero ya nunca ha vuelto a actuar en su país. Suele quedar en el Hilton para tomar una copa con sus amigos, pero el hotel ha cambiado de propietario y ya no queda casi ninguno de los camareros que él conocía. El escenario en el que se forjó la leyenda de la todopoderosa Walias Band también ha desaparecido.