Cada tarde, a las 20.00 horas, España aplaude al personal sanitario que batalla contra el coronavirus, un reconocimiento que se ha extendido a otros colectivos, como los empleados de supermercados. Pero esa unanimidad se acaba de puertas para adentro: algunos de estos profesionales han denunciado acoso e incluso insultos que les señalan como focos de contagio.

El último caso se conoció ayer. La Policía Foral de Navarra investiga un mensaje contra varias trabajadoras de supermercados. «Pedimos a dichas personas que utilicen las zonas comunes lo menos posible o busquen alojamiento el tiempo que dure la pandemia, ya que sois un foco de contagio importante y tenemos familias que cuidar», reclamaba el cartel, anónimo como el resto.

En Murcia, otra empleada de un súper denunció públicamente que había recibido un mensaje por debajo de su puerta en el que le instaban «por el bien de todos» a buscar «otra vivienda». Miriam, la afectada, contestó a los anónimos diciendo que gracias a su trabajo ellos pueden comer. Y aprovechaba para explicar que necesita desinfectarse para besar a sus hijos y les reclamaba empatía «en vez de tanto aplauso». Pero el caso más grave es el de una doctora de Barcelona, Silvana Bonino, que al ir a buscar su coche al garaje descubrió que alguien había pintado en su carrocería «rata contagiosa» y le había pinchado dos ruedas.

La policía ha dejado abierta la opción de que sean delitos de odio. «Nuestros profesionales siguen persiguiendo delitos de odio, como pueden ser estas conductas», deslizó la comisaria principal de la Policía Nacional, Pilar Allué. Pero hay expertos que discrepan. «En mi opinión, eso no puede tener recorrido porque no son colectivos vulnerables», explica Antoni Llabrés, profesor titular de Derecho Penal en la Universidad de las Islas Baleares. A la espera de ver el recorrido judicial, muchos otros vecinos han respaldado públicamente a los acosados.