Ni los medios más afines a Boris Johnson ahorran las críticas al Gobierno británico por la gestión del Ejecutivo en la epidemia del coronavirus. Falta material de protección para los sanitarios. Faltan respiradores. La coordinación es pésima. Y la práctica inexistencia de pruebas del coronavirus para quienes atienden a los contagiados está costando la vida a médicos y enfermeras, y obliga a una cuarta parte de los trabajadores sanitarios a quedarse en casa en estos momentos.

El ministro de Sanidad, Matt Hancock, intentó ayer capear el temporal fijando como nuevo objetivo la realización de 100.000 tests al día para finales de abril. Hancock también anunció la condonación de la deuda de la sanidad pública, que asciende a 13.400 millones de libras (15.284 millones de euros). «Estamos incrementado de manera masiva las pruebas», aseguró Johnson apremiado por las críticas, sin dar ningún dato.