T ras mantener en vilo a Madrid con sus vacilaciones desde el pasado miércoles, Isabel Díaz Ayuso concretó ayer al fin su plan para frenar la transmisión descontrolada del covid-19. Su medida estrella consiste en el confinamiento perimetral de los 858.153 habitantes de las 37 zonas sanitarias de la región donde la incidencia del virus «es gravísima», superior a 1.000 casos por 100.000 habitantes.

Entrará en vigor el próximo lunes, y durante al menos 14
días no podrán entrar ni salir de su área más que para trabajar, ir al cole, asistir a personas vulnerables, acudir a exámenes o cualquier otra necesidad prioritaria.

Dentro de su zona, los residentes podrán moverse libremente y pasear. Aunque se recomienda que «no abandonen sus casas si no es absolutamente necesario», podrán a acudir a bares, restaurantes, comercios, bingos y casas de apuestas, que permanecerán abiertos con el 50% del aforo. En contraste, los parques y jardines quedarán clausurados. En las zonas ajardinadas «se dan más reuniones sociales que en los casinos», argumentó Ayuso. Las reuniones privadas o públicas quedan limitadas a seis personas, una medida que afecta a toda la comunidad. La única.

Las zonas sanitarias básicas son las demarcaciones territoriales a las que da servicio cada centro de salud. ¿Será posible controlar que nadie sobrepase esos límites? Difícil. Para empezar, nadie sabe en cuál vive. Hubiera sido más simple y entendible encerrar distritos o municipios enteros. Tampoco hay previsto el despliegue de ninguna señalización específica al respecto.

La idea del Ejecutivo regional es concentrar la vigilancia en los positivos y sus contactos porque, aseguran, ahora «la mayoría no cumplen con la cuarentena». Todos los habitantes serán sometidos a tests rápidos a partir del mismo lunes, según el consejero de Sanidad, Enrique Ruiz Escudero, y recibirán duras sanciones si incumplen los aislamientos. La colapsada asistencia primaria de la comunidad será la encargada de practicar ese millón de tests que el Ministerio de Sanidad no tiene previsto homologar como mínimo hasta el miércoles.

De las 37 áreas sanitarias, 26 se encuentran en Madrid capital, en seis distritos, y el resto se reparten en los siguientes municipios: Fuenlabrada, Humanes, Moraleja de Enmedio, Parla, Getafe, San Sebastián de los Reyes y Alcobendas. Los afectados suman el 13% de la población madrileña, si bien concentran casi el 24% de los casos detectados en la última semana.

Ayuso compareció en la presentación junto a su consejero de Sanidad y el vicepresidente Ignacio Aguado, pero sin el viceconsejero de Salud Pública y Plan Covid-19, Antonio Zapatero, que no ha vuelto a abrir la boca desde que el miércoles anunció «confinamientos selectivos». Al final se aplicó una modalidad de confinamiento similar a la de otros territorios como Valladolid, Salamanca y varios barrios de Palma.

Tanto la presidenta como Escudero eludieron pronunciar el vocablo como si fuera tabú. Solo la pronunció Ayuso para decir que su objetivo es «evitar a toda costa el estado de alarma y el confinamiento, porque son el desastre económico». Queda la incógnita de si Zapatero ha sido condenado al ostracismo.

La mayoría de expertos reclamaban desde hace ya varias semanas medidas como las adoptadas, pero es muy probable que se queden cortas. Ayer no se aclaró por qué se ha puesto el listón en una incidencia de mil casos por 100.000 habitantes cuando muchas otras zonas están a más de 800 y Madrid capital se acerca a los 700 de media.

En su discurso, Ayuso recayó en las consabidas críticas hacia el supuesto abandono que ha sufrido Madrid por parte del Gobierno, algo que ahora «quedará atrás» porque «Sánchez ha aceptado que vayamos unidos». También criticó la supuesta falta de estrategia del Gobierno en la nueva fase de la pandemia pese a que desde julio está aprobado un Plan de Respuesta Temprana a los rebrotes. Un programa que Madrid ha incumplido, una y otra vez, en todos sus capítulos.

Aguado, su aliado de Ciudadanos, en otro gesto de distanciamiento de la presidenta, pidió olvidar la búsqueda de culpables porque es «un ejercicio estéril». H