Emergencia sanitaria, social y mafiosa. La primera, algún día acabará, aunque no todo vuelva a ser como antes. La segunda, las revueltas en el sur de Italia, donde se pasa hambre por el paro forzado de empresas -cuatro millones trabajaban en negro- pasará del todo. La razón, según fuentes oficiales, es que las rebeliones se estarían produciendo por presiones de la mafia.

«¿Me pregunta qué es un ventilador pulmonar? No sabría decirlo, me ocupo de otras cosas». Así respondió Domenico Pallaria de Curinga, jefe de la Protección Civil de Calabria, a los periodistas del programa de la RAI Report, Al día siguiente dimitió, o fue cesado, por no saber nada sobre el aparato indispensable para salvar la vida de los contagiados agudos. Su jefa, la presidenta de la región, Jole Santelli, sabía menos todavía. «Me dijeron que nombrase a alguien y lo hice», declaró. Los reportajes muestran hospitales de la región a medio construir, o construidos y sin aparatos ni pacientes, o sin camas.

En un informe del pasado 31 de enero, un mes antes del primer caso, el Ministerio de Sanidad advirtió que «Calabria es la peor organizada» para hacer frente a la que entonces era eventual epidemia.

Asimismo, las páginas de Facebook Noi (nosotros) y Revolución Nacional han anunciado para hoy actos de protesta al son de «Queremos recuperar lo que nos quitan».

«Atentos al sur, puede explotar», dijo hace unos días Giuseppe Provenzano, ministro para el Sur. «Hay que actuar rápido, porque está en riesgo el orden democrático», añadió. Los servicios secretos ya advirtieron al Gobierno de que existía «un potencial peligro de revueltas y rebeliones, espontáneas y organizadas, principalmente en el sur, donde la economía sumergida y la presencia de las mafias son los dos principales factores de riesgo».

El temido binomio «emergencia sanitaria + emergencia social» ha sido atajado por el Gobierno a finales de marzo, aprobando 2.500 millones de euros para los ayuntamientos y 400 millones para bonos de comida a quienes no gocen de ningún subsidio. Puede parecer mucho o poco, pero la realidad es otra: este año ya han sido disueltas cinco juntas municipales por infiltraciones mafiosas, 21 en el 2019. La pregunta es saber a qué manos va a parar lo presupuestado por el Gobierno.

El negocio de las mafias -Cosa Nostra, ‘Ndrangheta y Camorra- en tiempos del covid-19 apunta a «consolidar su poder», explica Nicola Gratteri, fiscal jefe de Catanzaro, presidente de la Dirección Antimafia de Districto y el mayor especialista mundial de la ‘Ndrangheta. «El problema de la elite de la ‘Ndrangheta no es la riqueza, sino justificarla, por lo que, prestando bajo forma de usura, incluso con intereses bajos, consiguen a través de testaferros entrar en la economía legal», añade Gratteri.