El malestar con la política crece en todo el mundo. Un nuevo estudio, impulsado por el Centro para el futuro de la democracia de la Universidad de Cambridge, concluye que el 2019 culminó con "el nivel más alto de descontento democrático jamás registrado". Los datos sugieren que el sentimiento de insatisfacción con la política habría alcanzado los peores resultados de los últimos 25 años.

Estos resultados surgen de la revisión de más de 25 estudios internacionales en los que se incluye la perspectiva de 154 países y más de 4 millones de personas. Entre estos se contempla un periodo desde 1995, cuando se empezaron a registrar este tipo de percepciones, hasta la actualidad. Estos trabajos muestran que mientras que en el 1990 el 47,9% de los ciudadanos se mostraba en desacuerdo con la gestión político y el estado democrático de su territorio, en 2019 esa cifra alcanzó el 57,5%.

"En todo el mundo la democracia está en un estado de malestar", explica Roberto Foa, autor principal del estudio e investigador del Departamento de Política y Estudios Internacionales de Cambridge (POLIS). "Encontramos que la insatisfacción con la democracia ha aumentado con el tiempo y está alcanzando su máximo histórico, en particular en los países desarrollados". "Necesitamos ir más allá de pensar en crisis inmediatas en política y tener una visión más amplia para identificar posibles trayectorias para la democracia en todo el mundo. Esto significa distinguir lo que es esencial para la democracia, lo que es contingente y qué se puede cambiar", añade David Runciman, otro de los investigadores del centro de Cambridge.

RECESIÓN DEMOCRÁTICA

Los investigadores argumentan que, a partir de los datos analizados se muestra que la tendencia a la baja en la satisfacción con la democracia ha caído en picado desde 2005, lo que marca el comienzo de lo que algunos han llamado una "recesión democrática global". Solo el 38.7% de los ciudadanos no estaban satisfechos en ese año, pero desde entonces ha aumentado casi una quinta parte de la población hasta alcanzar los a 57.5% actuales. Esto ha llevado al panorama actual en el que muchas de las grandes democracias están ahora en su nivel más alto registrado de malestar con la política. Entre estas destacan Reino Unido, Australia, Brasil, México y los Estados Unidos, donde los sentimientos adversos ha aumentado en un tercio desde la década de 1990. Otros países que permanecen cerca de sus máximos históricos de insatisfacción son Japón, España y Grecia.

Pero no todo son malas noticias. El estudio también descubrió unas "islas de satisfacción" en el corazón de Europa: Dinamarca, Suiza, Noruega y los Países Bajos se encuentran entre las naciones donde la satisfacción con la democracia está alcanzando sus mejores resultados. "Encontramos un grupo selecto de naciones, en las que se incluye solo el dos por ciento de la ciudadanía democrática del mundo, en el que menos de una cuarta parte de los ciudadanos expresan descontento con su sistema político", relata Foa. Otros "puntos brillantes" del mapa incluyen el sudeste asiático y, en menor medida, las democracias del sur de Asia y el noreste de Asia. "Por ahora, gran parte de Asia ha evitado la crisis de fe democrática que afecta a otras partes del mundo", explican los investigadores.

CRISIS GLOBALES

La investigación también descubrió que los cambios en la satisfacción democrática a menudo respondían a "circunstancias y eventos objetivos", como las crisis económicas o los escándalos de corrupción. La crisis de refugiados de 2015 y la crisis financiera de 2008, por ejemplo, tuvieron un efecto inmediatamente observable sobre los niveles promedio de insatisfacción cívica. Tras el inicio de la crisis financiera mundial en octubre de 2008, por ejemplo, el malestar global con la política aumentó en alrededor de 6,5 puntos porcentuales, un aumento que "parece haber sido duradero", comentan los expertos.

"Si la confianza en la democracia ha disminuido, es porque se ha visto que las instituciones democráticas no abordan algunas de las crisis más importantes de nuestra era, desde los choques económicos hasta la amenaza del calentamiento global. Para restaurar la legitimidad democrática, eso debe cambiar", zanjan los investigadores responsables del estudio.