La crisis del coronavirus tensa las costuras de la coalición de Gobierno. Las discrepancias entre los ministros de PSOE y Podemos acompañan al Ejecutivo prácticamente desde que echó a andar, en enero, pero la gestión de la pandemia las ha agravado. El malestar inicial ha escalado a un enfrentamiento frontal en el seno del Ejecutivo que nadie se molesta ya en ocultar, ni siquiera cuando el país entero está con el alma en vilo por una crisis que sacude los cimientos de toda la sociedad pero, a tenor de lo visto, no tanto los del tablero político. Con los socios de la Moncloa a la greña, y autonomías como Madrid o Cataluña acusando a Pedro Sánchez de falta de ayuda, las consignas de unidad parecen más sólidas en los balcones que en las instituciones.

La bronca en el seno del Gobierno tiene tres grandes aristas: opiniones divergentes sobre las medidas de choque, reparto del protagonismo y miedo a la reacción de la calle. La primera de ellas quedó patente el pasado fin de semana, cuando el Consejo de Ministros se eternizó por las discrepancias de fondo entre socialistas y morados por la respuesta que debía dar el Ejecutivo a la pandemia.

PROPUESTA RECHAZADA / Ayer, la disputa se recrudeció. Los morados denunciaron que el ministerio de Economía, que dirige Nadia Calviño, rechaza su propuesta de suspender el pago de alquileres mientras dure el estado de alarma. Pablo Iglesias quiere que esa medida se apruebe en el Consejo de Ministros del próximo martes, pero, alegan fuentes próximas al vicepresidente segundo, Economía se niega a avalarla, aunque otros departamentos socialistas, como Transportes o Industria, con ministros socialistas, la apoyarían. Fuentes de la Presidencia, en cambio, anticipan que el Gobierno ya está estudiando cómo hacer efectiva una moratoria de alquileres de forma acotada.

La queja de Podemos llovió sobre mojado. En la Moncloa hay un amargo malestar con Iglesias desde la rueda de prensa que ofreció el jueves pasado. Fuentes gubernamentales lamentan el tono «de mitin» que empleó desde una tribuna institucional y subrayan que el vicepresidente no pertenece al comité técnico de gestión de la crisis. Si apareció en esa comparecencia, insisten, fue para «hacerse un hueco a codazos» para «ganar protagonismo». Recuerdan, además, que lo hizo estando en cuarentena .

A los morados, atados ahora a la institucionalidad del Gobierno, les preocupa distanciarse de la calle en un momento de crisis. Hasta que estalló la pandemia, voces próximas a Iglesias defendían la necesidad de comportarse «como un ministro más». Sin embargo, ahora temen que la crisis les pase factura por distanciarse de sus esencias obreristas.

Iglesias no quiere romper con Sánchez. Está determinado a ser su vicepresidente dos legislaturas, indican sus colaboradores más cercanos, pero también es consciente de que esta crisis tiene un final incierto. Ante ese temor a que la legislatura pudiera saltar por los aires, ahora se desmarca de forma abrupta y busca alinearse con una población que pide más ayudas.

La bronca en el seno del Gobierno se suma a otros frentes de disputa, en Cataluña y Madrid. Ambos ejecutivos autonómicos acusan desde hace días a Sánchez de inacción frente al coronavirus y reclaman medidas más drásticas. La Moncloa, que hasta ahora había evitado entrar en esa discusión, se plantó ayer. La entrevista de Quim Torra en la BBC, afirmando que el Estado no pide el confinamiento, fue el detonante.

La ministra de Defensa, Margarita Robles, acusó al president de «faltar a la verdad». «Ha demostrado que no tiene altura como representante político», opinó desde RNE.