Socavar elecciones, atacar a rivales y manipular la opinión pública. Lejos de la revolución democrática que parecía impulsar en su día, cada vez son más las pruebas que señalan a Facebook por ignorar la propaganda y las campañas de desinformación política orquestadas en su plataforma por gobiernos de todo el mundo. Una acusación que ha tomado cuerpo con las denuncias de una exempleada.

En un documento interno filtrado, la ex-científica de datos Sophie Zhang revela la lentitud de Facebook para actuar ante la evidencia de uso de enjambres de cuentas falsas para perjudicar procesos electorales en varios países. Durante los 3 años que he pasado en Facebook, he encontrado una gran cantidad de intentos descarados por parte de gobiernos extranjeros de abusar de nuestra plataforma a gran escala para engañar a sus propios ciudadanos, señala.

El informe, resumido por Buzz Feed News, apunta a que el patrón de manipulación política para engañar a los ciudadanos funcionó en Honduras, donde esa red apoyó al presidente Juan Orlando Hernández. Facebook tardó nueve meses en reaccionar y esas cuentas siguen aún activas. Pero Zhang también señala otros casos como Azerbaiyán, donde el Gobierno se sirvió de esa táctica para acosar a la oposición en masa; Ucrania, donde se apoyó a la exprimera ministra Yulia Tymoshenko; o el intento de influir en las elecciones de Brasil, la India y Estados Unidos.

El documento interno también señala a España. En abril hubo mucha polémica después de que se detectase la interacción de miles de bots, cuentas falsas automatizadas, en publicaciones del Ministerio de Sanidad. La oposición cargó contra el Gobierno de Pedro Sánchez, que aseguró haber sido víctima de un ataque. Facebook señaló que esas cuentas formaban parte de una red global de spam cuya motivación se desconoce. Zhang ayudó a eliminar 672.000 cuentas que actuaron en ese caso y lo hicieron en otros rincones del mundo.

ALTAS RESPONSABILIDAD

Zhang trabajaba en el departamento de detección de actividad falsa, un cargo intermedio que aún así ostentaba un alto volumen de responsabilidad. En el documento, de 6.600 palabras, explica cómo un director de Respuesta Estratégica de Facebook le indicó que la mayor parte del mundo fuera de Occidente era el salvaje oeste. Ahí, Zhang operaba como dictadora a tiempo parcial, pues era ella quien decidía qué casos priorizar en su investigación contra cuentas falsas.

Lo hizo en Iraq, Indonesia o El Salvador, pero, debido a su enorme carga de trabajo, no indagó más en las actividades irregulares localizadas en Bolivia. Poco después, las campañas falsas de oposición a Evo Morales se tradujeron en protestas con decenas de muertos y un golpe de Estado por parte de los sectores ultraconservadores del país. Tengo sangre en mis manos, lamenta. Zhang rechazó los 64.000 dólares de indemnización por su despido para poder denunciar internamente las brechas de Facebook.

VÍA A LA MANIPULACIÓN

No es la primera vez que se señala al gigante tecnológico de Mark Zuckerberg por ignorar o permitir propaganda, desinformación y contenido de odio. Facebook nunca va a llevar a cabo los cambios fundamentales que se necesitan para solucionar los problemas que hacen de su plataforma el lugar perfecto para la manipulación, la desinformación viral y otras técnicas para atacar a la democracia, explicaba al The Guardian Yaël Eisenstat, exoficial de la CIA que trabajó durante seis meses como jefa global de operaciones de integridad electoral e integridad empresarial en Facebook.

En sus comunicados públicos, la red social ha dicho no querer actuar como árbitro de lo que se publica en sus redes y defender la libertad de expresión. Sin embargo, esas palabras tienen dos inconvenientes. Por un lado, el algoritmo de Facebook ya actúa como árbitro, pues da alas al contenido más polémico y fácil de viralizar, aunque eso suponga propagar mensajes racistas o antisemitas. Por el otro, Zuckerberg ha terminado aceptando que gobiernos como el de Myanmar, Camboya, Vietnam o Filipinas han instrumentalizado la plataforma para silenciar a la oposición y dominar los flujos de información que reciben los ciudadanos. En esos casos, Facebook también llegó demasiado tarde.