Nuoro es una pequeña localidad de Cerdeña y de Nuoro son también tres importantes grandes escritores de esa geografía:. la nobel Grazia Deledda, el excepcional Salvatore Satta a quien le cupo el honor de haber escrito 'El día del juicio final¡, el gatopardo sardo, y en la actualidad, Marcello Fois (Nuoro,1960) que con 'Estirpe' (Hoja de lata) inicia una trilogía familiar de pobres gentes marcada por las desdichas frente al peso de la gran historia y con el aliento de la gran literatura europea de otros tiempos. Una empresa que le llevó 11 años de escritura y que no hay que dejar que pase desapercibida.

¿La idea que le impulsó a escribir esta trilogía es contar la historia del siglo XX desde la perspectiva más modesta? Quería hacer una novela clásica en el más simple de los términos. Y hacerlo en un lugar y un tiempo a través de una familia, los Quirone, en la gran tradición italiana, como ‘Los Malavoglia’. El reto era ver si esto todavía es posible en pleno siglo XXI.

Pese a transcurrir en los primeros años del siglo XX, se diría que el Nuoro que retrata la novela es un lugar sin tiempo. Creo que hay dos géneros de libros históricos, uno en el que el autor quiere demostrar que se ha documentado mucho y en general el resultado es un poco técnico y un poco académico y el otro es que esa demostración histórica surge de la vivencia de los personajes en su propio tiempo. Esa es la que me interesa. De ahí que el tiempo de una novela bien escrita sea un no-tiempo.

Hay un momento en' Estirpe' en que a uno de los personajes se le anuncia que Italia ha entrado en la guerra mundial y responde: “bueno, no pasa nada, eso ocurre en Italia, no en Cerdeña”. ¿Eso explicaría la intemporalidad de esta novela? A los sardos nadie les anunció que formaban parte de Italia. Lo sabía quien gobernaba, los curas y los ricos, pero la gente del pueblo no tenían ni idea. Lo sospechaban cuando tenían que pagar impuestos a desconocidos o porque dos ‘carabinieri’ les obligaban a marchar a la guerra. La forma en que los sardos se convirtieron en italianos fue más bien cruenta, no fue una decisión que partió de los ciudadanos. Hoy somos italianos y tenemos conciencia de ello pero yo quería hablar de aquellos italianos que no la tenían.

Y contar la historia de la gente que no tiene historia. Eso es una tradición muy italiana. La historia mínima dentro de la historia máxima, a diferencia de las grandes tradiciones inglesa o francesa en la que la historia que merece contarse era la de los reyes o los príncipes.

Y a todo eso hay que añadir la insularidad. Sí, es otro estrato más. Tampoco la geografía nos ayudaba a concebirnos como italianos, se necesitaban 12 horas de navegación para llegar al continente. Además como lugar de paso o de conquista hemos tenido tantas influencias. Los españoles estuvieron 400 años en la isla, también pasaron los catalanes.

El protagonista se llama Chirone, por lo que decide que su antepasado era español. Sí, el caballero De Quirón era un fiscal a las órdenes del rey de España que huyó de Toledo por un asunto de faldas y se vio obligado a exiliarse en Cerdeña, en el siglo XVII. Me lo encontré investigando para otra novela y lo he colocado como un antepasado de Luigi Ippolito, quien a su vez se inventa raíces que no tiene.

Curiosamente la saga nace con dos personajes huérfanos que no tienen raíces y paradójicamente la novela se titula ‘Estirpe’. Mi novela se basa en la idea de que en alguna parte debe comenzar la identidad, aunque el apellido de esta familia sea falso, en el sentido de que se les ha dado burocráticamente como se les da a los huérfanos. Los Chirone son muy afortunados en los negocios pero tremendamente desgraciados en el plano personal y la novela se desarrolla entre estas dos tensiones. Hasta que finalmente traen al mundo al hijo escritor, el que se ocupa de la literatura, que es el que piensa que si se inventa una historia finalmente la tendrá. ¿Qué otra cosa si no es la literatura? A lo largo de la trilogía, esa invención acaba convirtiéndose en historia verdadera.

¿A qué se debe esta concentración de talentos en el pequeño Nuoro? En la actualidad tiene 40.000 habitantes, pero antes eran muchos menos. Yo nací a 200 metros de la casa de Grazia Deledda y a doscientos, metros de la Satta. Los nuorenses tienen un concepto de sí mismos bastante excesivo, la verdad, porque se creen el centro del mundo.

¿Hay que ser un poco presuntuoso para contar historias? Sí, claro. Lo es mi protagonista que se va a la guerra para arreglar el mundo. Pero también, paradójicamente, hay que ser humilde. La escritura se desarrolla entre esa tensión de querer escribir la mejor historia y saber que hay miles mejores que la tuya.

¿Qué leeremos en las dos siguientes novelas? La segunda, ‘Nel tempo di mezzo’, va desde 1943 a 1978, los años del terrorismo en Italia, los años de plomo, y es una novela más política protagonizada por Vincenzo Chirone, el hijo de Luigi Ippolito. La tercera se desarrolla hasta el 2000 con el ascenso de Berlusconi.

¿Qué ha querido decir sobre Italia a través de este recorrido? Que la historia italiana es mucho más compleja de lo que se cree porque no es lineal. Italia es una nación joven porque integra tantas historias a la vez que todavía no se ha tenido el tiempo suficiente como para que se aglutinen. De ahí nace la diversidad de la literatura italiana porque hablamos muchas lenguas aunque hablemos italiano. Esto es algo que catalanes y vascos entenderán muy bien.