Las devoluciones a Marruecos de quienes salten las vallas de Ceuta y Melilla con «violencia» seguirán, porque no se pueden tolerar actuaciones que atenten «contra nuestro país y sus fuerzas y cuerpos de seguridad». Así de claro se manifestó ayer el ministro del Interior, Fernando Grande-Marlaska, durante su comparecencia parlamentaria convocada para dar explicaciones sobre la entrega a Marruecos, la pasada semana, de 116 personas que saltaron la valla de Ceuta.

¿Es compatible acoger a inmigrantes como los del Aquarius y devolver sin miramientos a un país como Marruecos a todos los recién llegados a Ceuta? Para el resto de partidos se trata de un bandazo o de una rectificación en toda la regla, pero para el ministro es perfectamente compatible, porque «humanidad no es igual a permisividad».

Los asaltantes del pasado 22 de agosto utilizaron piedras, productos químicos o excrementos contra la Guardia Civil y cizañas y mazas para romper la valla. Ante estos hechos el Gobierno decidió lanzar «un mensaje claro» a las mafias que organizan estas entradas masivas y proporcionan el material agresivo a los subsaharianos. «La inmigración ordenada, segura y legal es posible y deseable, pero no la ilegal y la violenta», advirtió el ministro, quien se reafirmó en su promesa de querer sustituir las lesivas concertinas. Se va a «rediseñar el sistema de vigilancia fronterizo», confirmó el máximo responsable del Ministerio del Interior.

MARLASKA SACA PECHO / No solo no le parecen contradictorias las actuaciones a Grande-Marlaska sino que son dignas de elogio al forjar «por vez primera en muchos años una política migratoria sin precedentes basada en dos ejes: respeto de los derechos humanos y firmeza en el cumplimiento de los compromisos como Estado soberano y con la Unión Europea».

El hecho de que ninguno de los subsaharianos se acogiera al derecho a pedir a asilo tampoco le parece indicio de vulneración de ningún derecho. Frente a las protestas de los abogados de oficio de Ceuta que les atendieron y las oenegés, el ministro detalló como conforme iban llegando a las instalaciones del CETI de Ceuta, los funcionarios afiliaron a los inmigrantes con ayuda de «tres intérpretes» y «12 abogados» del colegio de letrados de la ciudad autónoma. Luego, en apenas 21 horas, se les abrió «expedientes individuales» y, en aplicación del acuerdo bilateral con Marruecos, fueron devueltos.