Satoshi Uematsu prolonga la lista de asesinos en masa descritos en su vecindario como un chico normal. Regalaba sonrisas y saludos, han recordado en Sagamihara. En esa ciudad, Satoshi perpetró la peor masacre en Japón desde la segunda guerra mundial.

Satoshi defendía la eutanasia para los discapacitados y se ofreció para matar a unos cuantos cientos. Por ello, acabó recluido en un hospital contra su voluntad. En marzo, 12 días después, fue soltado con la certificación médica de que había mejorado y no era una amenaza social.

Cuatro meses después rompió con un martillo la ventana de un piso inferior del Centro del Tsukui Lili Garden, maniató a un trabajador y asesinó a los internos. La policía ha confirmado ya 19 muertos y 26 heridos, de los que 13 están en situación muy grave. Una hora y media después se entregaba en la cercana comisaría de policía. “Lo hice yo. Es mejor que los discapacitados desaparezcan de este mundo”, confesó a los agentes. H