La mayoría de los jóvenes españoles ve el cannabis como una droga que debe ser legalizada, aunque con controles similares a los que tienen el tabaco y el alcohol. Aunque un 60% se muestra consciente de los peligros que comporta el consumo de maría, un porcentaje casi igual apuesta por regular la venta y la producción, abandonando el actual prohibicionismo, según una encuesta del Centro Reina Sofía sobre Adolescencia y Juventud de la Fundación de Ayuda contra la Drogadicción (FAD) llevada a cabo entre jóvenes con edades de 16 a 34 años.

“Los jóvenes nos dicen que debemos avanzar hacia una liberalización pero que lo hagamos con cuidado, con controles y marcando una serie de línea rojas”, resume el director técnico de la FAD, Eusebio Megías. Un enfoque que conecta plenamente con el que llevan en su programa los nuevos partidos. Tanto Podemos como Ciudadanos proponen una regulación con cautelas. El PSOE, aun sin pronunciarse sobre el fondo, ha anunciado que quiere poner sobre la mesa el debate, con lo que este se abordará más pronto que tarde en la política española.

El cambio hacia una actitud más tolerante es muy parecido al observado en edades más adultas y se debe sobre todo, según Megías, a que “los españoles han observado tras décadas de consumo que si este es moderado no pasa nada”, aunque también ha contribuido el caldo de cultivo creado por los clubs cannábicos y las iniciativas legalizadoras de otros países, como Holanda, Uruguay y cinco estados norteamericanos.

EL CONSUMO // En la encuesta puede comprobarse que casi todos los jóvenes distinguen bien a partir de qué punto el cannabis puede ser perjudicial. El consumo diario es considerado como fuente de problemas por el 63% de los encuestados mientras que solo el 9,8% piensa que el consumo abundante es inocuo para las personas que están sanas.

La comparación con el riesgo de las drogas legales es esclarecedora. El 42% considera que consumir alcohol cuando se sale conlleva más problemas que el cannabis, mientras que el 48% ve más problemático beber los días laborables que fumar porros.

El estudio ofrece algunas pistas sobre qué podría ocurrir si, efectivamente, España abandona la actual política de prohibición de la venta y la producción. La opinión mayoritaria (55%) es que aumentaría el consumo, pero un porcentaje similar (50%) cree que esto no llevaría aparejado un incremento de los problemas.

Si pormerizamos en los cambios que desean lo jóvenes nos encontramos con que un 53% cree que la venta debería permitirse a adultos pero siempre que sea controlada a través de farmacias o en sitios autorizados, mientras un 8% propugna que no haya limitación y solo un 1% ve bien que se permita a cualquier edad. H