El carisma se define como la capacidad que tiene cualquier persona para ejercer magnetismo sobre los demás, llamar su atención y ser apreciado. Tiene que ver con cómo los demás disfrutan de nuestra compañía, valoran nuestro tiempo y comparten nuestras ideas y metas. Es un ideal muy valorado en las relaciones sociales y laborales y se relaciona directamente con el éxito y la consecución de metas, ya que el camino se abre y se anda más fácilmente.

Tener carisma parece destinado a aquellas personas que ya han nacido con este talento y su alrededor lo ha ido reforzando a lo largo de los años. Sin embargo, puede entrenarse, potenciarse e, incluso, crearse en aquellas personas con poca autoestima o con una pobre valoración de sí mismas. Una característica que, de esta forma, realmente no es innata. Se puede aprender partiendo desde cualquier punto.

ATRAE A LOS DEMÁS

De la misma forma que la belleza se ha relacionado con el éxito, también se ha relacionado el carisma. No implica que una persona magnética consiga todo lo que quiera sin esfuerzo, pero sí tiene una mayor facilidad, ya que, el poder que ejerce en el medio y en los demás, pone las cosas a su favor. La impresión positiva que se genera encanta a los demás, quien toman sus ideas como correctas y apoyan sus metas. Ocurre en el trabajo, en la carrera profesional, en la familia y en las relaciones con los amigos.

El carisma es la llave que hace que podamos abrir más y mejores puertas. Una habilidad que podemos entrenar fácilmente, atrayendo y logrando lo que nos propongamos:

1. Proyecta hacia afuera

Si observamos a esas personas de nuestro entorno que parecen tener más carisma, vemos como una de las características que definen su lenguaje es cómo gesticulan y mueven las manos. Lo que dicen lo proyectan hacia fuera usando sus manos, su postura y su voz. No se quedan quietos en el sitio, sino que usan todo su cuerpo para comunicar. Entrenar esa parte y empezar a movernos más hacia fuera, nos hará ganar en magnetismo.

2. Intensidad

Existe una falsa creencia sobre que las personas con carisma comunican usando más emociones que los demás. Realmente no es así. Lo que ocurre es que, cada vez que expresan algo emocional, lo hacen con una mayor intensidad. Esto da pasión a lo que cuentan e impregna una mayor veracidad.

3. Usa el nombre de los demás

Esto es especialmente importante cuando acabas de conocer a alguien y la primera impresión se está forjando. Repite su nombre cuando el otro te lo diga y úsalo en la mayor brevedad posible durante la conversación. También debe hacerse con las personas con las que interactúas en tu día a día.

4. La queja

La queja tiene pocos propósitos actualmente. Tiende a perpetuarse y a usarse en exceso, convirtiendo nuestro estado en pasividad y estancamiento. En su justa medida nos acerca a los demás, pero podemos caer rápidamente en su abuso. Evitarla, usar el lenguaje para expresar superación o alternativas a los problemas nos hace tener una mayor valía para los demás, pero especialmente para nosotros mismos.

5. Empatía

El carisma no nos coloca en una posición superior y alejada de los demás. Eso es narcisismo y, aunque a algunas personas les atrae, lo esperable es que genere rechazo. Interesarse por los demás, por cómo se encuentran, ser empáticos y cercanos, nos ayuda a crear una mejor imagen de nosotros mismos.

Actualmente el carisma se ha convertido en un rasgo de personalidad que ansiamos y nos gustaría tener. Algunas personas luchan cada día para atraer más y mejor a los demás, pero no lo consiguen. Esto ocurre porque confundimos muchas habilidades, como la perseverancia o el trabajo duro, con carisma. El magnetismo es lenguaje, cercanía y valía, y eso parte de entrenarnos a nosotros mismos para mostrar una imagen segura y firme.

* Ángel Rull, psicólogo.