Tenía 13 años. Era un chaval brillante, con una sensibilidad especial y un enorme talento para el dibujo. Vivía en Getxo (Vizcaya). El domingo 16 de junio salió de casa. Nunca volvió. El lunes siguiente la policía encontró su cuerpo en el acantilado de La Galea. El acoso escolar al que le sometieron durante años pudo ser más fuerte que él y terminó suicidándose. «No muere quien se va, sino quien se olvida», reza la esquela que pusieron los padres.

Fuentes cercanas a la familia explican que el joven era un niño roto emocionalmente. «Su vida se había convertido en un infierno. Le habían acosado durante toda la etapa de primaria», comentan. Estaba matriculado en Jado Compasión, un colegio concertado de la localidad de Erandio, pero el día a día escolar del menor era tan angustioso que los padres decidieron cambiarle de colegio.

«Académicamente, este había sido un año brillante para él. Se relacionaba con chicos del nuevo centro, había hecho pandilla y le iba francamente bien. Pero era un niño roto por tantos años de acoso. Un niño fracturado. Tuvo un bajón y pasó lo que pasó», explican esas mismas fuentes. El crío había pedido ayuda. Desde hace dos años se había puesto en manos de un experto para superar psicológicamente el bullying.

DENUNCIA POR ACOSO // Tras la muerte de su exalumno, el colegio Jado emitió un comunicado acompañado de un crespón negro. «El colegio se encuentra a disposición de la familia y las autoridades en la investigación del triste suceso, activándose todos los protocolos establecidos», explicó el director del centro. La consejera de Educación de Euskadi, Cristina Uriarte, añadió que su departamento registró una denuncia por acoso escolar. Según su relato, se puso en marcha el protocolo y se tomaron medidas.

A los padres del chico muerto (que tienen otros dos hijos), todo este discurso le suena a palabras vacías. «Yo lo avisaba. Ellos miraron para otro lado. Ahora que no me vengan con chorradas», escribió la madre en las redes sociales, donde volvió a publicar un texto suyo escrito hace dos años. «¿Cómo expresar mis sentimientos después de siete años viendo que pegan, insultan y humillan a mi hijo en el colegio? Solo me dicen que son cosas de niños y un sinfín de excusas. A tu hijo le rompen un diente y te dicen que se ha caído. Tu hijo sale con el cuello con sangre de las collejas que le han dado y te dicen que el otro niño está pasando por una mala temporada. ¿Hasta cuándo? ¿La solución es huir del problema?», protestó la madre en el año 2017 después de destacar que «gracias a Dios» hubo un profesor «con vocación» que sí se preocupó.

El pasado viernes, día en el que se celebró el funeral del menor, su madre volvió a plasmar en las redes su frustración. «No hay más ciego que el que no quiere ver. David luchaba contra Goliat, esta vez David perdió. Nada ni nadie va a devolverme a mi hijo», recriminaba la progenitora.