El músico folk-soul británico se tomó su tiempo para entregar 'Home again' (2012), ópera prima que no lo parecía. Y en el reciente 'Love & hate', número uno instantáneo en Reino Unido, se muestra todavía más ambicioso e inspirado.

Su nuevo disco es un álbum de verdad. Parece pensado de principio a fin y es muy cohesivo. Bueno, es que me encantan los álbumes. Ahora no parecen tan importantes como en otros tiempos, pero para mí resulta mucho más excitante pensar en una obra larga que en singles o en epés. Y plantearme incluso cómo se repartirán los temas en el vinilo, qué canción va a ser la primera en la cara B… Siempre tengo esa clase de cosas en mi cabeza.

¿Aceptó bien su sello que la cara A empezara con una canción de… casi 10 minutos? Todo el mundo lo entendió; nadie dijo nada. De hecho, puedo decir que había bastante emoción en torno a ese tema en particular ['Cold little heart']. Diría que estaban más preocupados por el single 'Black man in a white world'.

¿Por tratar temas de raza? Ha tenido que explicar que no es una canción nacida de la rabia o el resentimiento, solo de sentirse algo incomprendido. Sí, habla sobre estar entre dos mundos, en mitad de un terreno extraño. [Kiwanuka tiene padres ugandeses, pero nació en Londres y no habla lugandés]. Desde el principio, se me catalogó de músico negro, pero yo no me alimento solo de música o cultura negras. También me ha influido la cultura blanca de clase media. Esta canción habla sobre qué significa ser yo.

¿Suele viajar a Uganda? He estado tres veces. La última, hace diez años. Tendría que plantearme volver pronto.

No oculta su interés en ser conocido, pero tampoco parece dispuesto a hacer cualquier cosa por conseguirlo. Voy a ser siempre yo mismo. Por supuesto, me gusta la idea de que cada vez más gente descubra mi música, pero no quiero cambiar solo para llegar más arriba. Igual llegan nuevas modas, pero seguiré tratando de hacer lo mío.

La producción de Danger Mouse para 'Love & hate' es retro y fresca a la vez. Esa era la idea: buscar un sonido cálido, pero a la vez fresco y vibrante. Él es la persona adecuada para buscar algo así. Además, se nota que pone todo su cariño en todo lo que hace. Convierte en oro todos los álbumes que toca.

Volviendo a sus influencias culturales: ¿qué clase de música escuchaba de niño y adolescente? Sobre todo, grupos de guitarras, tanto de Inglaterra como de Estados Unidos. Después, algo de folk y de jazz. Un poco de todo, en realidad.

Dicen que uno ha de imitar para encontrar su propia voz. ¿A quién imitaba usted? Mi cantante favorito siempre ha sido Marvin Gaye. Él y Otis Redding deben ser mis mayores influencias. Todavía hoy, cuando necesito inspiración, pienso en ellos.

Ya en su primer disco sonaba con una confianza impropia de un debutante. ¿Pudo debutar antes y no lo hizo, esperando al momento adecuado? Consciente o inconscientemente, diría que sí. Me pasé algunos años tocando alrededor de Londres y probando a grabar un poco de música. Fue un largo entrenamiento. Pero cuando uno tiene ciertas ambiciones, es importante tener esa confianza que dice.

¿Cómo acabó su música en la serie 'The get down'? [El director] Baz [Luhrmann] buscaba algo de música. Recibí algunos correos al respecto y, cuando se lo conté a mi familia, se emocionaron mucho, porque son fans de sus películas. Cuando supe más del proyecto, me encantó.

¿Es amante de las series? Oh, claro, soy usuario de Netflix. Es una buena forma de relajarse. Me encantó 'Stranger things' y ahora tengo por ver la nueva temporada de 'Black mirror'.