El juzgado de instrucción número 16 de Sevilla ha acordado esta tarde el ingreso en prisión provisional, comunicada y sin fianza, de Ángel Boza, uno de los cinco integrantes de La Manada condenados a nueve años de cárcel por agresión sexual durante los sanfermines de 2016, por la presunta comisión de un robo con violencia.

Le grabaron las cámaras de seguridad, le interceptaron con unas gafas hurtadas en la guantera de su coche, pero aun así Ángel Boza, uno de los cinco integrantes de La Manada condenados a nueve años de cárcel por agresión sexual durante los sanfermines de 2016, negó ante la Policía cualquier robo en un centro comercial de Sevilla. E incluso aseguró que fueron los guardias de seguridad del establecimiento quienes se le echaron encima y “golpearon su coche” cuando salía del parking.

El joven, que prestó ayer declaración ante el juez de guardia, podría enfrentarse a penas de entre 3 y 5 años de cárcel por robo con violencia. Su abogado, ciertamente desconcertado con la actuación de Boza, reconocía que su arresto fue un “jarro de agua fría” que volvía a poner toda la atención mediática sobre los cinco jóvenes que “aunque no son un ejemplo absolutamente de nada”, un mes después de su puesta en libertad habían logrado empezar a recuperar cierto anonimato y normalidad. Y consideró “injusto” que el asunto afectara por extensión al resto de condenados. Ya en los mensajes de La Manada se habían hallado referencias a otros robos, también de gafas de sol, en una óptica de San Sebastián antes de viajar a Pamplona en 2016.

Aunque Boza, el más joven del grupo, se negó a declarar ante la Policía Local, el atestado de esta es bastante sólido. Según un portavoz del cuerpo, el joven acudió al local y se interesó por unas gafas de sol valoradas en 200 euros. En un descuido, logró quitarles la alarma y darle el cambiazo en el expositor por otras que llevaba consigo. Ya con las gafas nuevas en su poder, y sin saber que había sido grabado por las cámaras de seguridad, se dirigió hacia el parking. Los vigilantes intentaron pararle, pero Boza no hizo caso de sus indicaciones e, invadiendo el carril contrario, huyó del lugar. Al salir les arrolló, lesionandoles en el costado y una mano respectivamente.

La Policía Local, alertada por los responsables del establecimiento, le dio el alto en una avenida cercana. Según el atestado, a los agentes les preguntó si se trataba de algo relacionado con el agente que le golpeó el vehículo, negando cualquier supuesto robo, aunque guardó las gafas en la guantera cuando vio acercarse al agente.

Fuentes del TSJA confirmaron que el joven disponía del permiso de conducir en vigor. Le fue retirado en 2014 y 2016 por conducir superando la tasa máxima de alcohol y otras infracciones. La última de esas retiradas le venció hace poco, y Boza recuperó el carné apenas unos días antes.

El letrado de Boza explicó que aunque el incidente le pudiera costar ingresar en prisión al tratarse de un robo con violencia, no afecta a la condena por la agresión sexual, ya que se trata de delitos inconexos y el joven no ha incumplido o roto ninguna de las medidas cautelares impuestas para su libertad provisional.