Posiblemente no haya un cineasta de la antigua Checoslovaquia más reconocido que Milos Forman, fallecido el viernes a los 86 años en su casa de Hartford (Connecticut) tras sufrir una corta enfermedad. Y no solo por los premios importantes que cosechó, como los dos Oscar al mejor director por Alguien voló sobre el nido del cuco (1975) y Amadeus (1984), los dos Osos de Plata a la mejor dirección en el festival de Berlín por El escándalo de Larry Flint (1996) y Man on the Moon (1999) y el Gran Premio del Jurado en Cannes por Juventud sin esperanza (1971). Forman lideró una generación de directores checoslovacos que en la primera mitad de los 60 convirtieron la cinematografía de ese país en una de las más pujantes del momento.

Forman nació en la ciudad checa de Caslav el 18 de febrero de 1932, en el seno de una familia protestante. Quedó huérfano a muy temprana edad, después de que su madre muriera en el campo de concentración de Auschwitz y su padre en Buchenwald. Tras estudiar cinematografía y dirigir varias comedias en su país (entre ellas, Los amores de una rubia, de 1964), abandonó Checoslovaquia a raíz de la invasión soviética que aplastó el levantamiento de la Primavera de Praga y se instaló en Nueva York.

«Se ha marchado en calma y rodeado todo el tiempo por su familia y sus amigos más próximos», explicó su esposa, Martina, a la agencia de noticias checa CTK. Forman residía en su domicilio de Connecticut (EEUU) desde hacía más de 50 años.