Hay algunos que son capaces de vender su alma por conseguir «me gustas» o aumentar seguidores en las redes sociales. Y ayer, 14 de julio, se agotaban las oportunidades para obtener una buena imagen relacionada con el encierro de San Fermín y, en consecuencia, de sumar likes. Última jornada de los Sanfermines y, además, el hierro de Miura herrado a fuego en los seis toros que aguardaban en corrales.

Lo que se le escapaba a más de uno es que hasta Zahariche también llega la cobertura y los miuras también eran instagramers. Y no es que los morlacos de don Antonio y don Eduardo pretendieran hacerse un selfie en el recorrido, pero querían aprovechar la ocasión para ser más populares. No son los únicos capaces de meterse en los 875 metros para ello, a pesar de que la normativa del encierro impide grabar.

Los sevillanos, que se habían estudiado el reglamento en la finca, sabían que les iban a sobrar objetivos apuntándoles y, con espíritu de referente en el campo bravo y en las redes, salieron a las calles a las 8.00 horas bajo los honores de los aficionados. Un castaño lideró la manada por la cuesta de Santo Domingo, que se mantuvo arropada a su paso por el ayuntamiento y la calle Mercaderes, desde la que Torrechiva, de Onda, no se resistió a esperarlos desde los tablones y seguir sus pasos.

CHOQUE EN LA CURVA // La intensa velocidad de la torada la llevó a chocar violentamente en la curva. Una acción que provocó que los ejemplares se estiraran y muy efectiva para ser objeto de los flashes como habían maquinado. El estruendo lo oyeron puestos en carrera Alberto Zumaquero, de Almassora, y Antonio Oset, de Betxí, habituales de los primeros metros de Estafeta.

Un miura negro tomó el liderazgo con cuatro de sus hermanos cubriéndole las espaldas; mientras a metros de distancia el castaño número 34 les seguía el ritmo acompañado por un cabestro. Un animal que permitió al ondense Mateo Ferris quitarse la espina después de dos años ya en el tramo de Telefónica y, por supuesto, que más de un fotógrafo obtuviera una instantánea digna de muchos corazones rojos.

Llegados a la bajada del callejón los miuras se dieron cuenta que a aquello le había faltado acción con tanta prisa y aún estaban a tiempo de poner remedio. La popularidad estaba en juego. Con esa pretensión, el otro castaño del lote --marcado con el número 48-- se llevó a un mozo colgando del pitón aprovechando un momento de caos. Esa era la foto de su triunfo virtual. Momentos dramáticos que cortaron la respiración del joven, atrapado entre cuerno y pañuelico, y de los espectadores que seguían la escena. Ya dentro del callejón y debido a la fuerza se rompió la tela y el mozo quedó liberado sin que el animal se inmutara. Dos minutos y 10 segundos, la carrera más rápida de los Sanfermines 2018, y también uno de los momentos más trágicos de este año.

Y mientras para los corredores de Castellón era el momento de la despedida de Pamplona, del «ya falta menos» de consuelo, los miuras se afanaban en actualizar su cuenta de Instagram en los chiqueros de la plaza. Es lo que tiene ser influencer.

La fiesta tocó a su fin a medianoche. En la plaza del Ayuntamiento, miles de personas se reunieron para entonar el Pobre de mí y quitarse del cuello el pañuelo rojo hasta el año que viene.