Juana Escudero falleció el 13 de mayo del 2010 por una insuficiencia respiratoria y está enterrada en el cementerio de San Rafael de Málaga en el nicho 4.938. Es ella quien lo cuenta con cara de hartazgo. Porque lo que debería ser una noticia feliz, su no muerte, para ella se ha convertido en un calvario burocrático que le dificulta cosas tan simples como acudir a un médico o renovar el carnet de conducir. Ni hablar siquiera de pedir un préstamo. Ahora, un juez de Málaga ha declarado nula la inscripción del fallecimiento y ha autorizado la exhumación de los restos de la persona enterrada con su nombre para demostrar que no es ella y poner fin a la historia.

Todo comenzó hace seis años, cuando Juana, que reside en Alcalá de Guadaira (Sevilla), acudió a urgencias para tratarse una dolencia. Al introducir su tarjeta sanitaria en el sistema, el doctor se quedó perplejo: el ordenador la daba por fallecida. Lo mismo les comunicaron en otras instancias oficiales, advirtiéndola incluso de que podría ser sancionada por usurpación de identidad. Desde entonces, se mueve acompañada de una fe de vida notarial.