Miles de mujeres saudís han aprendido a conducir en los últimos meses en autoescuelas. Se preparaban para ponerse al volante de sus vehículos, hasta ahora conducidos por sus parientes masculinos o chóferes.

El pasado septiembre, el rey de Arabia Saudí, Salman bin Abdulaziz al Saud, levantó el veto a la conducción de sus súbditas, vigente desde 1957, que desde ayer ya pueden ponerse al volante.

Las leyes saudís discriminan a las mujeres: tienen que vivir bajo la supervisión de un guardián masculino a quien han de solicitar permiso para ir al médico, estudiar, trabajar, viajar, abrir una cuenta en el banco, casarse o divorciarse. No obstante, a partir de ahora, por decreto real y en ciertas circunstancias, podrán acceder a la sanidad, estudiar o trabajar sin autorización.

Las saudís están obligadas a seguir códigos de vestimenta muy estrictos y no pueden relacionarse con hombres que no sean de su familia. Si sufren abusos sexuales y los denuncian, probablemente acabarán en la cárcel. Las mujeres votan y se pueden presentar como candidatas a las elecciones municipales desde el 2015 y en el 2012 empezaron a competir en los Juegos Olímpicos.

La primera rebelión femenina al volante en Arabia Saudí se produjo en noviembre del 1990: 47 mujeres formaron una caravana de protesta con sus coches por las calles de Riad, la capital saudí. Las arrestaron a todas y les confiscaron los pasaportes.

En el 2007, la Asociación para la Protección y Defensa de los Derechos de las Mujeres en Arabia Saudí, co-fundada por Wajeha al Huwaider, inició una campaña para pedir al rey que permitiera conducir a las mujeres.

En el 2008, Al Huwaider se filmó conduciendo y difundió su vídeo en Youtube. Lo mismo hizo la saudí Manal Al Sharif en mayo del 2011, tras iniciar en Facebook, junto a otras mujeres inspiradas por la llamada Primavera Árabe, la campaña Women2drive, con lemas como Conduce tu propia vida, que llamó a las saudís a conducir el 17 de junio del 2011.