El 11 de setiembre Chile vuelve a exhibir sus heridas. Al cumplirse 46 años del golpe de Estado que derrocó al socialista Salvador Allende, un grupo de mujeres vestidas de luto recorrieron el centro de Santiago con paradas en algunos de los antiguos centros de tortura de la dictadura de Augusto Pinochet. Reclamaron lo que es un credo compartido por las organizaciones defensoras de derechos humanos: no olvidar los 17 años más oscuros de la historia contemporánea de ese país. "Mujeres sobrevivientes, siempre resistentes", gritaron a su paso.

"Hemos decidido hacer una procesión por seis lugares que fueron centros de tortura, secuestro y violencia política sexual en la dictadura y que hoy día están absolutamente invisibilizados e incluso algunos son locales comerciales", explicó Beatriz Bataszew, exdetenida y portavoz de memoria de la Coordinadora 8M.

En primer lugar se llegó al patio de locales de la calle Ahumada 312, cercana al Palacio de La Moneda que en la mañana del 11 de setiembre de 1973 fue atacada desde el aire por los sea Harrier, Allí funcionaba una de las instalaciones de la Dirección de Inteligencia Nacional (DINA), la temible policía secreta de Pinochet que estuvo al mando del coronel Manuel Contreras. El dictador solía jactarse de su eficacia. Gracias a la DINA, llegó a decir, ni una hoja se movía en Chile sin que lo supiera.

De ahí, las mujeres se encaminaron hacia la Plaza de la Constitución, en la trasera de la sede del Poder Ejecutivo. Lo que actualmente es el estacionamiento subterráneo de La Moneda fue otro centro de torturas conocido como "El Hoyo". "Queremos dar cuenta de que se está invisibilizando la memoria, la impunidad, queremos dejar en claro que los crímenes sexuales cometidos contra las mujeres en dictadura están todos impunes. Por eso hacemos esta manifestación", indicó Bataszew, quien sufrió esas violaciones de derechos humanos en el centro conocido como La Venda Sexy. La caminata terminó en el Ministerio de Defensa.

LA POSICIÓN DE PIÑERA

Durante el régimen militar, unas 3.200 personas murieron a manos de agentes del Estado, de los que 1.192 figuran aún como detenidos desaparecidos, mientras otros 40.000 fueron encarcelados y torturados por causas políticas. El presidente Sebastián Piñera esta vez optó por no realizar ninguna actividad conmemorativa del golpe aunque se esperan algunas movilizaciones y protestas callejeras.

Desde hace días, Piñera prefiere poner el acento la derrota electoral del pinochetismo en 1988 y 1989 y, particularmente, en los logros de la transición post dictadura, entre ellos la reciente promulgación de la Ley de Financiamiento de las Fuerzas Armadas que reemplaza a la derogada Ley Reservada del Cobre que funcionaba a imagen y semejanza de Pinochet. Piñera dijo que "respetando nuestras legítimas diferencias, nunca perdamos de vista que somos parte de una misma Patria, que compartimos un mismo pasado, que compartimos un mismo futuro y, por tanto, tenemos que unir fuerzas, cada uno aportando desde sus propias posiciones y principios, para que a Chile le vaya bien". Recordó a su vez que desde 1990 "logramos multiplicar casi por ocho nuestro ingreso per cápita, más de 7,4 millones de chilenos lograron superar la condición de pobreza, emergió una clase media empoderada, que con su propio mérito y esfuerzo hizo un gran salto adelante en materia de progreso y bienestar".

EL CASO OVIEDO

En medio de las evocaciones de la caída de Allende, en la que fue decisiva el papel del Pinochet, quien se unió a la conjura a último momento, uno de sus sucesores en el cargo de la Comandancia del Ejército, el general retirado Humberto Oviedo, atraviesa instancias claves del proceso que se le sigue por fraude y una millonaria malversación de fondos, delitos cometidos entre 2014 y 2018.

Oviedo se desempeñó en su cargo durante la segunda presidencia de Michelle Bachelet, quien en calidad de alta comisionada de los Derechos Humanos de la ONU volvió a enfrentarse con las imágenes del horror personal después de que el jefe de Estado de Brasil, Jair Bolsonaro, no solo reivindicara la figura de Pinochet sino que justificara la muerte del general Alberto Bachellet. El padre de la dirigente socialista falleció en la cárcel como consecuencia de las torturas que recibió después del golpe de Estado. Su hija también fue blanco de la violencia.