Las autoridades francesas tendrán que pronunciarse pronto sobre un asunto espinoso que plantea cuestiones legales, éticas y sociales en el que se mezclan el negocio del sexo, los burdeles y los juguetes de silicona.

La empresa Xdolls, que abrió sus puertas en París el pasado 1 de febrero con una oferta de muñecas sexuales, está en el punto de mira de la asociación Nid, un colectivo feminista de asistencia a las víctimas de la explotación sexual, y del grupo comunista del Ayuntamiento de la capital.

DIRECCIÓN SECRETA // El local de Xdolls está en un piso discreto de 70 metros del distrito 14 de París cuya dirección es secreta. Ni siquiera los vecinos están al tanto.

En cada una de las tres habitaciones del apartamento hay una pantalla con vídeos porno y una muñeca desnuda made in China bajo una luz tamizada. Los clientes --generalmente hombres de entre 30 y 50 años-- piden cita y pagan a través de internet. El alquiler sale a 89 euros la hora.

Además de ofrecer una imagen «degradante» de la mujer, el concejal comunista Nicolas Bonnet Oulaldj también cree que banalizan lo que llama «burdeles de nueva generación» y que se esquiva la ley ofreciendo a los clientes prostitutas de silicona. Francia prohibió las casas de citas después de la segunda guerra mundial.

«Es un sitio donde se simula la violación de una mujer», sostiene la abogada Lorraine Questiaux, que ve en esta práctica una vía para que muchos hombres den rienda suelta a sus fantasías sexuales sin tener que preguntar a su pareja si está de acuerdo.