El conflicto parece enquistado. La sede del consulado de Uruguay en Barcelona acoge desde hace 48 horas a María, la mujer uruguaya que mantiene un conflicto con su excónyuge por la custodia de su hija, y a la niña de 7 años para evitar que los Mossos, que cumplen órdenes judiciales, se lleven a la pequeña para entregársela al padre.

Llevan desde el viernes encerradas en la cuarta planta de la avenida de la Diagonal, cuyo máximo responsable, Juan Pablo Tagliafico, defiende la inviolabilidad de sus dependencias y subraya que entre sus competencias no figura ejecutar sentencias de países que no sean el suyo.

Los abogados de la mujer han solicitado al juzgado de Vielha que tramita el pleito que se suspenda el traspaso de la menor por "su bienestar". "La entrega, sea donde, sea será traumática porque la pequeña no ha visto a su padre en tres años", aseguran los letrados Mario Guerrero y Ester García.

ORDEN DE LA JUEZA DE VIELHA

Es muy posible que madre e hija estén durmiendo en uno de los sofás que hay en el consulado. Allí hay algunas prendas de ropa de la niña (no muchas) y algún que otro juguete. Su madre y dos de sus tías, que han venido de fuera, intentan que la estancia en la legación diplomática sea lo más llevadera posible para ella.

Los familiares de la mujer entraron el viernes por la noche en el edificio con dos bolsas con ropa. Lo mismo hicieron el sábado.

María sabe que en cuanto salga con su hija a la calle, la policía catalana se llevará a la pequeña.

Seis agentes siguen apostados en el rellano del consulado para evitar que la mujer se salte la orden de la jueza de Vielha que ha sentenciado que la custodia de la menor debe recaer en el padre.