Patricia Ramírez y Ángel Cruz indicaron ayer que el hecho de que su hijo de 8 años, Gabriel Cruz, muriese «entre una y dos horas» después de que fuera raptado por Ana Julia Quezada presuntamente el 27 de febrero en Las Hortichuelas, en Níjar (Almería), tal y como revela el último informe de autopsia, hace «más reconfortante su pérdida porque no hubo tiempo de que sufriese». El matrimonio mostró su disconformidad con la convocatoria de recogida de firmas a favor de la prisión permanente revisable junto la ballena de la capital almeriense, escultura que sirve para «honrar la memoria» de su hijo.

«Solventa muchas de las dudas que nos atormentaban en los momentos de miedo, de terror que vivimos durante los 13 días de búsqueda y nos hizo pensar que se fue tan feliz como había sido hasta ese momento», trasladó Patricia entre lágrimas, ya que, tal y como confesó, afrontar estos hechos «no es posible sin que se nos encoja cada pelo y cada poro de nuestra piel».

A preguntas de los periodistas, la madre del pequeño admitió que, «de alguna manera sí sospechaba» de la entonces pareja sentimental de Ángel Cruz, si bien él se ha pronunciado en sentido contrario. «Yo no sospechaba, dormía con ella, me consolaba cada noche. Al daño por la pérdida de Gabriel se añade el daño por tenerla a nuestro lado y encima intentar consolarla», dijo el padre. La novia del progenitor, Ana Julia Quezada, fue detenida el 11 de marzo pasado.

Respecto a la recogida de firmas en favor de la prisión permanente revisable en las inmediaciones de la escultura para honrar la memoria de su hijo, los padres de Gabriel aseguran: «El momento por el que estamos atravesando es completamente incompatible con el proceso». Agregaron que no conocen la situación «legalmente» para poder dar «una opinión formada al respecto». «Sí pedimos que no se coloque en este sitio donde de manera espontánea bajan muchos niños, con miles de gestos de cariño que no tienen nada que ver con el debate que ahora mismo hay a nivel político», incidieron.

La pareja recordó que se eligió esta ballena de mosaico que esconde los restos de un cetáceo varado para crear un «santuario» dedicado a Gabriel. «Nos gustaría que no hubiese otra función que encontrarnos allí para serenar el alma y rezar por nuestro pequeño, que ya es vuestro pequeño», apostillaron Patricia y Ángel.

En una comparecencia ante los medios acompañados del psicólogo que les está guiando en el tránsito del duelo, Patricia y Ángel expresaron su confianza en la justicia para que la presunta asesina de su hijo «no pueda volver a hacer daño a nadie».