Apenas seis días después de descuartizar presuntamente el cadáver de Marta Calvo y deshacerse de sus restos en dos contenedores, según la versión que ha mantenido desde un primer momento, Jorge Ignacio P. J. escribió una carta en la que trata de expiar sus culpas insistiendo en que la muerte de la joven de Estivella fue «un accidente». Pese a que su intención es la de presentarse a los investigadores como un hombre asustado y temeroso que no sabía qué hacer, tras supuestamente «darse cuenta» de la muerte de la chica, el texto, de su puño y letra, está plagado de pequeños matices que describen su personalidad, más próxima a la figura de un psicópata que a la de alguien que, como él alega, «se dejó llevar» preso del «pánico».

Antes de entregarse, con tiempo para elaborar a conciencia dicha misiva, e incluso mucho antes de que se supiera de la existencia de otros casos, el presunto homicida niega en esa carta que sea un «monstruo asesino de mujeres» --en plural, cuando únicamente está hablando de Marta-- ya que la misiva está fechada 21 días antes de entregarse.

Las pesquisas de la Guardia Civil y de la Policía Nacional han permitido relacionar al narco colombiano, de 37 años, con las muertes de otras dos mujeres, este mismo año, y se está investigando otro, en el 2015.

La carta está fechada el 13 de noviembre, día en el que la madre del presunto homicida en serie tuvo contacto telefónico por última vez con su hijo antes de que éste desaparecer, hasta que en la madrugada del pasado 4 de diciembre se entregara.

EMPATÍA CON LA VÍCTIMA / Tras confesar que había descuartizado a la joven desaparecida el 7 de noviembre en la casa que tenía alquilada en Manuel, aunque sin reconocer su asesinato, el detenido entregó la nota manuscrita en dependencias de la Guardia Civil.

Según esgrime en su escrito, tras estar varias horas de fiesta con Marta en su casa de Manuel, la joven le dijo que se sentía mal y tras darse una ducha se fueron a dormir. A la mañana siguiente, siempre según su versión, se percató de que la chica estaba muerta y pensó, dice, «en quitarse la vida junto a ella». «Me caía muy bien», apunta --es la única referencia a la víctima-- lo que hace ver la ausencia de empatía con la fallecida, un rasgo característico de los psicópatas. Hasta el final de su escrito no pide «perdón a la madre de la chica».

El presunto homicida razona el motivo por el cual desmembró el cadáver con una sierra, para poder sacarlo de la casa «sin llamar la atención», y cómo arrojó sus restos en sendos contenedores situados en Alzira y Silla.

De igual modo, en el manuscrito también se aprecia ese lado creyente y religioso, que ya apuntó su madre a los investigadores, al apelar el presunto homicida a la «Justicia Divina».

Todos estos aspectos de la psicología del presunto autor de la muerte de Marta Calvo tendrán que ser analizados por los expertos en psiquiatría forense del Instituto de Medicina Legal de València para determinar si estamos ante posible asesino en serie con rasgos psicopáticos.