Demostrar que hoy la literatura solamente presta atención al libro de consumo era la intención de una apuesta que cruzaron dos amigos franceses Serge Volle y un escritor famoso cuyo nombre no ha trascendido. El primero es un devoto lector del escritor Claude Simon, gloria de las letras francesas, premio Nobel de Literatura en 1985 y también cultivador de una literatura compleja. Del segundo solo se sabe que es un escritor muy conocido. Ambos se carteaban desde hace años y entre ellos surgió la siguiente pregunta: ¿Sería hoy Simon publicado si nadie lo conociera y él enviara su manuscrito a una editorial.

Para ver qué ocurría, Volle envió las primeras cincuenta páginas del manuscrito de la novela 'El Palace' a 19 editoriales grandes y pequeñas y seis meses más tarde han dado a conocer los resultados. La lamentable cosecha ha sido que siete editores no han dado la menor respuesta y doce han rechazado el texto directamente. Uno de los editores -los autores de la treta no han querido que su nombre trascienda- escribió en la carta de rechazo: “Las frases no están acabadas lo que hace que el lector pierda el hilo completamente”. También aluden a los personajes que “no están bien diseñados” y que la narración no permite la elaboración de una “verdadera intriga”.

Novela barcelonesa

La novela en cuestión, 'El Palace', publicada en 1962, se inscribe en el movimiento literario del Nouveau Roman, de carácter experimental, y describe la espera en Barcelona de un grupo de combatientes voluntarios republicanos, cuando la ciudad estaba agitada por los conflictos entre los anarquistas y los republicanos. 'El Palace' alude al café y al cine situados en el Paseo de Gràcia y entre los personajes se encuentra un trasunto de George Orwell. En su momento el estilo del autor, que sigue la técnica del 'collage', fue vinculado al de Marcel Proust, por la sinuosidad de su escritura. Su obra está presente en la Biblioteca de la Pléiade.

Serge Volle se ha mostrado muy satisfecho con su trampa: “Era una forma de sondear la calidad de aquellos que presdiente los comités de lectura en las pequeñas y grandes editoriales actuales. Hoy el concepto de libro de usar y tirar es lo que está en voga”. Y recuerda la frase de Marcel Proust que aseguraba que “si quieres que te editen, primero procura ser famoso”. Y de eso también sabía mucho Proust porque cuando el primer tomo de 'En busca del tiempo perdido' fue enviado a Gallimard, el escritor André Gide, uno de los mejores lectores del sello, devolvió el ejemplar con la anotación: “No puedo comprender que un hombre dedique 30 páginas para describir cómo da vueltas en su cama antes de conciliar el sueño”. Por suerte para la literatura, con los años en la editorial corrigieron el tiro y lo incorporaron a su catálogo".