El informe PISA, la radiografía educativa mundial que cada tres años publica la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (OCDE) y que se desvelará hoy, contiene tanta información, que no está de más apuntar algunos aspectos de interés. El estudio, creado en el año 2000 para orientar a los gobiernos (estatales y regionales) sobre políticas educativas, puede dar datos relevantes sobre los efectos que han tenido en España los recortes presupuestarios durante los años de crisis. Expertos consultados señalan con preocupación la posibilidad de que PISA refleje que los ajustes han afectado a la equidad entre estudiantes pobres y ricos. En el aspecto internacional, la evolución de los sistemas educativos de los países nórdicos y los del Este asiático concentra las miradas.

España está atascada en resultados mediocres desde el 2003, el primer año en que participó en la prueba PISA. Sus resultados han estado siempre, desde entonces, por debajo de la media de los países de la OCDE, tanto en lectura como en Matemáticas y en Ciencias. Es más, en Matemáticas en el 2012 incluso se retrocedió un punto respecto a la nota del 2003. Los siete puntos avanzados en lectura y los nueve que se mejoraron en Ciencias no supusieron, según los expertos, un progreso significativo.

COMUNITAT / La novedad de este año en España será la inclusión de todas las comunidades autónomas. Hasta ahora la Comunitat Valenciana y Castilla-La Mancha habían rehusado ser evaluadas (la participación es voluntaria y se realiza previo pago de un importe económico a la OCDE), pero en el 2015 las dos autonomías sí realizaron las pruebas.

Ningún experto se atreve a adelantar qué resultados obtendrá España en este PISA 2015, aunque la mayoría intuyen que podría haber pocos cambios respecto a la anterior edición, la del 2012. En todo caso, subrayan, cualquiera que sea el resultado no podrá achacarse a la ley orgánica de mejora de la calidad educativa (LOMCE), que no llegó a afectar a los alumnos de cuarto de la ESO que realizaron las pruebas de PISA en la primavera del 2015. Como la implantación de la polémica ley Wert, aprobada por el PP en el Congreso en diciembre del 2013, ha sido gradual, en el curso 2014-2015 aún no había cambiado el esquema de asignaturas del último curso de ESO que marca la nueva normativa.

Las puntuaciones que consigan los alumnos españoles serán atribuibles (para bien o para mal) a la ley anterior, la LOE de José Luis Rodríguez Zapatero, que está en vigor desde el 2006 y que, por tanto, es el modelo normativo bajo el que se escolarizaron, desde los primeros cursos de primaria, los estudiantes ahora examinados por la OCDE.

Los indicadores de los últimos años hablan de una reducción de la tasa de fracaso escolar y de una mejora en el porcentaje de graduación de los estudiantes de la ESO pese a los ajustes presupuestarios. «Es muy complicado saber cuál ha sido el impacto. Hay un retardo difícil de precisar en el efecto de los recortes», dice el analista de la OCDE Alfonso Echazarra, que «anima» a las autoridades a usar los datos para ir más allá en sus valoraciones.