Los taxistas de Barcelona han conseguido lo que ningún gobierno municipal de los últimos años había logrado: echar a los turistas del centro de la ciudad. Este domingo, en gran parte de la Gran Via (desde Entença hasta Bailén) y especialmente en su confluencia con el paseo de Gràcia apenas se veían extranjeros, quienes han evitado el centro neurálgico de la ciudad por la huelga indefinida del gremio.

Aunque durante la noche pasada una mayoría de taxistas fueron a dormir a sus casas, durante el día son muchos los que están ahí acampados en compañía de sus familias. El tramo de paseo de Gràcia comprendido entre la Gran Via y la plaza de Cataluña está cortado y este es, además del espacio donde se celebran las espontáneas asambleas, un ir y venir de conductores profesionales.

Hay hasta una alfombra de varios metros que, extendida en un carril del taxi, sirve de reposo a los taxistas paquistanís. Otros muchos se han traído sillas plegables que colocan bajo los árboles, en busca de una sombra que sirva de tregua al sofocante calor de julio. Y hay quienes han montado carpas entre las puertas abiertas de los taxis para protegerse del sol.

Todo esto está sucediendo en una zona repleta de comercios (cerrados este domingo), cafeterías, bares y hoteles. De momento, ya que la huelga arrancó el viernes a la noche, los turistas son quienes más han experimentado la incomodidad que supone tener cortado el centro de la ciudad. "Sí, están generando problemas a nuestros clientes porque no pueden ir y venir del aeropuerto. Aquí hay gente mayor en silla de ruedas y el tren o metro no son una solución. Están bastante cabreados con esta situación", certifican trabajadores del Hotel Avenida Palace, en la Gran Via y muy cercano a la fuente.

Algo parecido dicen en el Hotel Gran Via, quienes niegan, por otra parte, que la huelga de taxistas les genere algún "problema de convivencia". Y en el Hotel Caledonia: "Los turistas se quejan porque tienen que ir a la plaza de España a coger el aerobús porque la parada de Cataluña está cerrada", dice un recepcionista.

CRÍTICAS DE LOS COMERCIANTES

Las cafeterías de la zona no están notando un descenso de clientela porque, en lugar de turistas consumiendo, tienen taxistas consumiendo. "Es verdad que tenemos menos turistas, pero los suplen los taxistas", explica un camarero del restaurante Tapas&Beer de la Gran Via. Unos metros más abajo, en la calle de Casp, la cafetería Bracafé está a reventar de conductores. Sin embargo, globalmente el descenso del consumo sí se percibe, como explica Roger Pallarols, director general del Gremi de Restauradors de Barcelona, quien alerta de que la huelga "está afectando mucho al consumo inmdiato y a la imagen de la ciudad".

"Podemos entender todas las reivindicaciones pero la ciudad no puede continuar paralizada más tiempo, y menos en temporada alta. No nos lo podemos permitir, sobre todo después de un 2017 tan complicado", explica a EL PERIÓDICO. Los restaurantes del paseo Marítim también alertan de las muchas cancelaciones de reservas que están teniendo: los clientes, ante las dificultades de volver al hotel a dormir, deciden no salir a cenar.

También la Fundació Barcelona Comerç ha mostrado su "preocupación" por la situación de "colapso" que está viviendo Barcelona y ha advertido acerca de las "consecuencias negativas sobre la actividad comercial y la imagen de la ciudad". "Compartimos el posicionamiento contra el intrusismo y por eso pedimos propuestas urgentes que faciliten una solución a la movilización del sector del taxi, al igual que las exigimos para el del comercio", ha dicho la entidad en un comunicado.

A todo esto se suma el más que probable enfado descomunal de la ciudadanía barcelonesa que podría estallar mañana, cuando buena parte haya de madrugar y coger el coche para ir al trabajo. Y ¿a los taxistas les preocupa este posible cabreo? "Nos da igual. No vamos a parar hasta tener una solución de Fomento", ha dicho con contudencia Alberto Álvarez, 'Tito', representante de Élite Taxi. "¡Ni un paso atrás!", gritan a su lado unos compañeros.