Su legado está aún por determinar pero Barack Obama sigue acelerando en el final de su mandato los pasos que le garantizan un lugar destacado en la historia. El próximo 27 de mayo, se convertirá en el primer presidente en activo de Estados Unidos que visita Hiroshima, la ciudad de Japón donde EEUU lanzó el 6 de agosto de 1945 la primera bomba atómica. Aquel ataque, que seguido del de Nagasaki tres días después aceleró la rendición nipona y el fin de la segunda guerra mundial, costó la vida a unas 140.000 personas, devastó la ciudad y a sus habitantes, demostró al mundo el aterrador poder de las armas nucleares y sigue siendo en Japón una tragedia viva.

Obama no se disculpará o, por usar exactamente la expresión con que su asesor Ben Rhodes ha explicado este martes la visita en un post en Medium, “no revisará la decisión de usar la bomba atómica”. En las palabras que pronuncie con motivo de su visita al Parque de la Paz se centrará, en cambio, en “compartir sus reflexiones sobre la importancia del lugar y los acontecimientos que ocurrieron allí” y “ofrecerá una visión vanguardista centrada en el futuro compartido”.

AGENDA PERSONAL Y DEFENSA PREVENTIVA

Las explicaciones de Rhodes sirven para subrayar la agenda de Obama, que ha hecho de la no proliferación nuclear una de las prioridades de su mandato y un “compromiso personal”. Ya en 2009, en un discurso en Praga, abogó por un mundo sin armas nucleares y después puso en marcha la Cumbre de Seguridad Nuclear. Es también el presidente que ha logrado un histórico acuerdo con Irán para desmantelar el programa atómico militar de Teherán.

Pero las explicaciones son también una defensa preventiva ante los críticos de Obama, sobre todo conservadores dentro de EEUU, que han denostado una visita a Hiroshima comoinnecesaria y han cuestionado que podría ser interpretada como una disculpa por un acto que consideran que ayudó a acelerar el fin de la guerra y salvó vidas.

Ese debate sigue vivo, tanto en Estados Unidos como en Japón, pero distintos sondeos demuestran que las percepciones públicas están cambiando. Cuando Gallup realizó la primera encuesta tras Hiroshima un 87% de estadounidenses aprobaron los bombardeos, pero en el 2005 el porcentaje había bajado al 57%. Y mientras que en 1991 un 63% de estadounidenses y un 29% de japoneses los consideraron “justificados” para acabar la guerra, en 2015 eran, respectivamente, el 56% y el 14%. Además, un estudio del centro Pew el año pasado, 70 aniversario de Hiroshima y Nagasaki, también confirmó una brecha generacional: mientras que entre mayores de 65 años el 70% defendió el uso de las armas atómicas, solo lo hicieron el 47% de los consultados de entre 18 y 29 años.

BIENVENIDA EN JAPÓN

Japón también ha intentado evitar interpretar en términos de disculpa el gesto de Obama, que se producirá tras el primer viaje del mandatario estadounidense a Vietnam y aprovechando su décima estancia en Japón, donde participará en la cumbre del G-7. “El primer ministro de la única nación del mundo que ha sufrido ataques atómicos y el líder de la única nación del mundo que ha usado armas atómicas en guerra rendirán juntos respeto a las víctimas”, ha dicho en declaraciones a los periodistas el primer ministro japonés,Shinzo Abe, que también ha asumido “tener laresponsabilidad de asegurar que aquella terrible experiencia no se repita nunca en ningún lugar”.

Hay, no obstante, quien pide algo más que gestos, como el alcalde de Hiroshima, Kazumi Matsui, que el año pasado aprovechó el 70 aniversario para acusar a potencias nucleares como EEUU de “egoismo” por mantener sus arsenales. Matsui ha emitido un comunicado dando la bienvenida a la visita pero pidiendo a Obama que marque “pasos concretos” para hacer avanzar la causa del desarme.

Hay quien critica que la Administración de Obama está propulsando una nueva carrera armamentística con su programa para modernizar su arsenal nuclear, algo que el propio presidente reconocía el mes pasado como un riesgo. En cualquier caso, su apuesta por la no proliferación está en claro contraste con las posiciones del candidato republicano a sucederle, Donald Trump, que ha sugerido que se debería permitir a Japón y Corea del Sur desarrollar sus propias armas nucleares para defenderse de Corea del Norte.

EL CAMINO HASTA LA VISITA

Cuando John Kerry visitó el mes pasado Hiroshima, quedaron pocas dudas de que el debate dentro de la Administración de Barack Obama sobre la oportunidad de una visita del presidente se inclinaba a favor del viaje. 22 años después de que Jimmy Carter acudiera a Hiroshima, ya en condición de expresidente, y ocho años después de que en 2008 fuera la entonces speaker (presidenta) de la Cámara Baja,Nancy Pelosi, el secretario de Estado se convertía en el más alto cargo estadounidense en activo en acudir al memorial, donde también estuvo como representante estadounidense en los actos del 70 aniversario el año pasado la embajadora Caroline Kennedy.

“Es una exhibición imponente, devastadora”, dijo entonces Kerry, que no bajó la cabeza ante el cenotafio donde se realizó la ofrenda floral. “Te toca todas las sensibilidades como ser humano. Recuerda a todo el mundo la extraordinaria complejidad de las elecciones en la guerra y lo que la guerra hace a la gente, a las comunidades, a los países y al mundo”.