Todos los obispos chilenos han puesto sus cargos en manos del papa Francisco al asumir sus «graves errores y omisiones» en los casos de abusos sexuales a menores en el país, en una decisión histórica e inédita en la Iglesia católica.

La decisión llega después de que Francisco les convocase, del 15 al 17 de mayo, para reunirse con él en el Vaticano y tras constatar que había sido mal informado sobre los abusos sexuales a menores, en particular en relación al caso de Juan Barros, acusado de encubrir al sacerdote Fernando Karadima.

El secretario general de la Conferencia Episcopal de Chile, el obispo Fernando Ramos Pérez, y el obispo de San Bernardo, Juan Ignacio González Errázuriz, comparecieron ayer para leer una declaración en la que anunciaron: «Hemos puesto nuestros cargos en manos de Santo Padre».