El Oceanogràfic de València abrió ayer sus puertas después del periodo de cierre desde mediados de marzo y recibió a sus primeros visitantes con un acto festivo, unas palabras de bienvenida de su director general, Eduardo Nogués, y el aplauso de la plantilla representada por empleados de los distintos departamentos.

El mayor acuario de Europa vuelve a ofrecer todas sus áreas, jardines, puntos de restauración -cafeterías, pizzerías, la Lonja de autoservicio y los restaurantes Océanos y Submarino-, las proyecciones en cine 4D, Delfinario y, por supuesto, el gran número de animales, que suma más de 15.000 de unas 600 especies que forman un amplísimo abanico con el que se da a conocer los diferentes hábitats del planeta. También se reanuda la posibilidad de celebrar eventos.

La presencia alegórica del ibis escarlata, Zazú, un canto a la libertad de movimiento y a la nueva movilidad, dio paso a Eduardo Nogués, quien se felicitó por la llegada de la normalidad y porque el acuario ha preservado sus constantes de mantenimiento y, sobre todo, de bienestar animal.

Con la animación de la charanga Caramelo de Catarroja, un niño y una niña del colegio Tomás de Villarroya, alojados en el albergue de Olocau, cortaron la cinta con la que quedó el paso franco para los primeros visitantes, a quienes se les entregaron regalos de recuerdo del acuario, entre el aplauso de los empleados.

Entre los cambios, se han señalizado recorridos unidireccionales y hay un control de entrada y salida en las zonas interiores.