La Organización Internacional del Trabajo (OIT) alertó ayer de que 1.600 millones de trabajadores informales en todo el mundo se están enfrentando al dilema de «morir de hambre o morir por el virus», ante la falta de medios materiales para subsistir durante los periodos de confinamiento y medidas extraordinarias establecidas por varios gobiernos.

«La crisis del covid-19 está exacerbando las vulnerabilidades y las desigualdades existentes», aseguró el jefe del servicio Inwork de la OIT, Philippe Marcadent. «Las respuestas políticas deben garantizar que el apoyo llegue a los trabajadores y a las empresas que más lo necesitan», agregó.

El organismo, con sede en Ginebra, alerta de que estos 1.600 millones de trabajadores, de los más de 2.000 millones que hay a nivel mundial, no pueden depender de esquemas de protección contra el desempleo, al estar en situación laboral irregular, y tampoco disponen de ahorros que les permitan cumplir con el confinamiento y no ir a trabajar.

Los 2.000 millones de trabajadores informales representan el 62% de la fuerza laboral mundial. En países de bajos ingresos, los trabajadores de la economía sumergida representan el 90% del empleo total, mientras que en los países de ingresos medios ese porcentaje baja hasta el 67%, y se vuelve a reducir hasta el 18% en los países más desarrollados.

Para los 67 millones de trabajadores domésticos del mundo, el 75% de los cuales son informales, el desempleo representa una «amenaza tan grande como el mismo virus», indica la OIT.