El Observatorio de Interferometría Láser de Ondas Gravitacionales (LIGO, en inglés) anunció ayer que detectó por tercera vez ondas gravitacionales, un fenómeno predicho hace un siglo por Albert Einstein que, según los investigadores, «abre las puertas de una nueva astronomía».

Como en las dos ocasiones anteriores, las ondas se produjeron cuando dos agujeros negros se fusionaron y formaron uno mayor, de aproximadamente 49 veces la masa de nuestro sol.

En esta observación, realizada el 4 de enero pasado, los agujeros negros se encontraban a 3.000 millones de años luz de la Tierra, el doble de distancia de las dos veces anteriores. «El evento se parece mucho a nuestra primera detección, solo que los agujeros negros estaban dos veces más lejos», sostuvo el investigador del MIT, David Shoemaker, nuevo portavoz del LIGO Scientific Collaboration, un cuerpo de unos 1.000 científicos que investigan en conjunto con el equipo Virgo Collaboration de Europa.

«Esto nos permite aprender nuevas características de los agujeros negros que no sabíamos hasta ahora», dijo Shoemaker en una teleconferencia realizada para anunciar la nueva observación. Como en las primeras dos detecciones, «fue necesario contar con un equipo completo y muy grande para captar la señal, establecer que era real y tratar de aprender lo más que pudiéramos», agregó. Para el investigador, el «punto clave» que deja esta tercera detección es la constatación de que los investigadores se mueven «hacia una nueva forma de observación de la ciencia, una nueva astronomía de las ondas gravitacionales».

Hasta ahora, la astronomía se ha basado en observaciones de radiación electromagnética, como la luz o los rayos X. El problema es que las ondas electromagnéticas son absorbidas por la materia existente entre la fuente que las origina y el lugar de observación, algo que no ocurre con las ondas gravitacionales.

Postuladas en 1916 por Albert Einstein, las ondas gravitacionales, pequeñas vibraciones en el espacio-tiempo, transportan información sobre el movimiento de objetos en el Universo. Sin embargo, son fenómenos muy débiles, por lo que detectar alguna de estas minúsculas vibraciones implica hallar efectos de los eventos más energéticos del Universo.

PRECEDENTES // Al cumplirse 100 años de esa teoría, los científicos del proyecto LIGO anunciaron en febrero del 2016 la primera observación de ondas gravitacionales, un fenómeno que resultó de la fusión de dos agujeros negros, de 39 y 29 veces la masa del Sol.

Cuatro meses después, los investigadores confirmaron la observación de un fenómeno más débil. En los tres casos observados hasta ahora, LIGO utilizó dos detectores mellizos que identifican estas pequeñas ondas.

Estas ondas brindan información sobre los eventos que las originaron y sobre la naturaleza de la gravedad, por lo que los científicos esperan comprender algunos de los misterios del Universo. Entre ellos, cómo se forman los agujeros negros.