Auxi, de 31 años, necesitaba un trasplante de riñón para salvar su vida y fue su padre quien se atrevió a donárselo. Sin embargo, para que el trasplante fuese efectivo, Gabriel tenía que perder peso en tiempo récord, más de 40 kilos en tan solo seis meses. Se levantaba muy temprano para hacer ejercicio todas las mañanas pero el esfuerzo mereció la pena.

Los médicos le avisaron de que era una intervención peligrosa y que ponía en riesgo su vida, pero el valiente padre no tuvo dudas. Las consecuencias para él, eran lo de menos. La prioridad era salvar la vida de su hija. A Auxi le han quedado algunas secuelas, pero tanto ella como su padre, hacen ya una vida completamente normal.