Los huérfanos de la fiesta más internacional del planeta, San Fermín, dieron ayer un ejemplo de cómo comportarse en los tiempos del covid-19. A las 12 del mediodía de ayer, 6 de julio, no hubo txupinazo en la plaza del Ayuntamiento de Pamplona. La desescalada que concluiría hoy con el cántico del 7 de julio, San Fermín, se atragantó confiando en que dentro de un año se recuperen los Sanfermines si para entonces ya se puede vivir vacunado. El grito de «¡Viva san Fermín!, ¡Gora!» enmudeció. Hubo quien resumió la circunstancia en un «¡Viva sin Fermín!» que, quizá, debiera iluminar alguna de las tiras de Oroz, el cronista de la vida navarra.

El pañuelico rojo combinó con la mascarilla azul, verde o de diseño. Así será también hoy, el primer 7 de julio laborable en la historia de Pamplona. El calendario de los No Sanfermines tiene por protagonistas a cientos de pamploneses que superan la nostalgia con almuerzos en las sociedades, bares y restaurantes, pero no en la calle. El dispositivo policial por si llegaban los tumultos fueron innecesarios. La gente salía de casa cumpliendo las normas básicas de la convivencia, aunque lo más complicado era mantener la distancia, el 1,45 de marras. El más extremo, un mozo que decidió pasearse coronado por una caperuza como la que usan los apicultores. Contra los picotazos del covid-19, el capote de domador de abejas.

Ya falta menos

Ayer, Pamplona amaneció más tranquila que en ningún otro 6 de julio. En la plaza Consistorial, 400 vecinos pudieron reunirse donde cada año se compite por alcanzar el tumulto más grande a lo largo de las dos horas largas que dura el inicio de los Sanfermines, bañados en vino y cava. Hubo espacio incluso para respetar la única terraza de un bar abierta en esa zona.

No hubo cohetes en este sin Fermín, aunque el ayuntamiento iluminó la fachada con una enorme lona. Un pañuelico gigante, con el deseo Los viviremos. La referencia, el consuelo, de los que vendrán en el 2021. Cuatrocientos ante la casa consistorial y un millar en la plaza del Castillo de las 3.675 del aforo máximo permitido. Y pudo escucharse el aliento del 14 de julio: Ya falta menos para San Fermín.