Pese a existir tres tipos de anticoagulantes en el mercado, el Sintrom es el más utilizado en España desde hace décadas. Ahora, con la pandemia, podría quedar desplazado por otros fármacos de nueva generación que no necesitan de control periódico. Para evitar desplazamientos a los centros de salud, varias comunidades apostaron estos meses por sustituir el Sintrom y los médicos instan a consolidar el cambio. "Son más eficaces y seguros", dicen a 'El Faro de Vigo', diario de Prensa Ibérica.

La pandemia de coronavirus ha puesto en jaque al Sintrom, un anticoagulante que consumen más de medio millón de españoles y que durante décadas no tuvo rival en este tipo de tratamientos. Por temor al contagio y para evitar que los pacientes tuviesen que acudir periódicamente a su ambulatorio a controlar los niveles de coagulación para pautar este medicamento, algunas comunidades sustituyeron el Sintrom por anticoagulantes de acción directa, una nueva generación de medicamentos con una dosis fija establecida y que no precisa de controles mensuales. Desde la Sociedad Española de Cardiología (SEC) y la Sociedad Española de Médicos de Atención Primaria (Semergen) creen que esta puede ser una oportunidad para relegar al Sintrom y apostar por tratamientos con una mayor "eficacia y seguridad". "Estos cambios son para quedarse. Los nuevos anticoagulantes son más seguros, evitan desplazamientos y ya se financian para la fibrilación auricular en otros países europeos", señala la doctora María Lázaro, miembro de SEC.

En la actualidad existen tres tipos de anticoagulantes en el mercado -antagonistas de la vitamina K (Sintrom), heparinas de bajo peso molecular (inyectables) y los anticoagulantes de acción directa (Rivaroxabán, Apixabán, Dabigatrán y Edoxabán)- pero, según explica Lázaro, hasta la llegada del covid solo estaba financiado el Sintrom,el a priori más barato porque su coste inmediato es inferior aunque los expertos aconsejan valorar también el gasto que suponen los controles periódicos o los ingresos de quienes no tienen el nivel IRN bien controlado y sufren hemorragias o un ictus, por ejemplo.

Cada uno tiene sus particularidades. "El Sintrom tiene la ventaja de ser en principio más barato y de que tenemos muchos años de experiencia con él, pero obliga a un control en el centro de salud de al menos una vez al mes, incluso más en algunos pacientes", explica Lázaro, quien recuerda cómo hay quien "nunca logra controlarlo" y reconoce que "es difícil" ya que incluso la alimentación -el consumir determinadas verduras de hoja verde- puede alterar los resultados. Otra opción es la heparina, "que funciona muy bien en el hospital pero que después si se quiere convertir en sustituto del Sintrom obliga a que el paciente se tenga que pinchar dos veces al día, hay un mayor riesgo de sangrado cuando existen ciertas patologías y es más caro que otros anticoagulantes (unos 300 euros al mes, según datos de la SEC)".

Y los últimos en llegar mercado y que pueden acabar con el reinado del Sintrom son los de acción directa, de administración oral, cuya pauta se establece en función "del peso, la edad o la función renal" y que "no obliga a restricciones en la alimentación o a controles periódicos como el Sintrom".

Su elevado precio (85 euros al mes) comparado con el Sintrom (unos cinco) ha hecho que hasta ahora en España se priozase el anticoagulante de toda la vida aunque en otros países europeos hasta un 70% de los pacientes anticoagulados ya los utiliza. Desde Semergen instaban en plena pandemia a garantizar el acceso en Atención Primaria a la prescripción de estos fármacos en todas las comunidades "apoyándonos en los datos en vida real de eficacia, seguridad y coste" y desde la SEC respaldan también este tipo de tratamiento para el tromboembolismo pulmonar, una de las posibles consecuencias del covid-19. "Ahora mismo se están financiado las heparinas de bajo peso molecular cuando cuestan tres veces más que estos anticoagulantes y se están pautando para meses porque no sabemos si se pueden repetir ya que desconocemos el curso de esta enfermedad", indica Lázaro.