Sabían que no iba a ser fácil; que recurrir a la gestación subrogada en un país como Ucrania era entrar en un laberinto burocrático de incierto desenlace, sobre todo después de que desde hace unos meses, la Embajada española dejara de emitir pasaportes a bebés nacidos por este método, aunque todos ellos posean la ascendencia genética de como mínimo uno de sus progenitores, tal y como marca la legislación local.

A las dificultades del papeleo se ha añadido ahora la crisis del coronavirus. Debido al cierre de la Administración en el país eslavo, el largo trámite de lograr para el recién nacido un pasaporte ucraniano y volver a España donde iniciar el proceso de filiación es un objetivo inalcanzable. Al igual que ellos, una veintena de familias españolas se hallan atrapadas en Kiev, la capital ucraniana, en un limbo legal.

M. M. V. es fisioterapeuta y tiene 38 años. Con su marido de 42 años recurrió a esta forma de tener hijos tras ser deshauciada por «problemas inmunológicos» y ser «celíaca». Estuvieron tres años en lista de espera para adoptar un niño, «incluso si este padecía alguna enfermedad». Al final, pensaron en Ucrania, país que junto con Georgia ofrecía tarifas más accesibles. Ahora, piden un salvoconducto para volver a España.

Su caso es complicado. «Mi hija Mireia fue prematura; nació el 13 de febrero tras siete meses de gestación; por ello, en estas primeras semanas tras el parto no está siendo sometida a las observaciones médicas a las que debería por su condición; intentamos estimularla lo más posible, pero ello no sustituye a las revisiones por especialistas neurológicos a las que debería ser sometida», explica la mujer vía telefónica. Además, en España, tiene a una familiar ingresada por coronavirus.

La Embajada española en Kiev les ha dicho que «no pueden hacer nada» en estos casos. Este diario se ha puesto en contacto con la legación pero no ha recibido ninguna respuesta al respecto.