A lo largo de su carrera, el director coreano Park Chan-wook se ha consagrado como un maestro orquestando relatos operísticos de venganza y retratando creativas muestras de violencia extrema. En su nueva película vuelve hacer ambas cosas pero también muchas más: 'La doncella' es una exuberante mezcla de drama de época, suspense hitchcockiano, intenso erotismo, comedia negrísima, terror psicológico y astuto comentario sobre la ocupación japonesa de Corea en los años 30.

'La doncella' mezcla tantos géneros y tonos que resulta muy difícil categorizarla. ¿Qué alicientes tiene ese enfoque para usted como narrador? Sí, la película es un 'thriller' pero también tiene elementos de metáfora política e incluso momentos de humor, que para mí es un ingrediente tan esencial para realzar los diferentes sabores de una película como un buen vino lo es para realzar los de la comida. Más que mezclar deliberadamente géneros, mi intención es escapar de sus límites. Huir de etiquetas es la mejor forma de sorprender al público. Para mí, eso sí, 'La doncella' es una historia de amor.

Un amor peligroso, en todo caso. Nada mejor para aumentar la pasión del romance que tener una amenaza y un peligro al acecho y sentir que, si no vas con cuidado y no mimas la relación, hasta el más nimio detalle podría convertirse en una gigantesca amenaza. En el fondo, de eso hablan todas mis películas. Sé que es difícil de creer, pero soy un romántico incorregible.

'La doncella' incluye varias escenas bastante explícitas de sexo lésbico. ¿Qué opina de quienes lo acusan de haberlas diseñado para excitar al espectador masculino? Creo que una mujer homosexual cineasta habría hecho lo mismo que yo: presentar el cuerpo femenino en toda su belleza, mostrar las pasiones de los personajes con honestidad y retratar el sexo de forma realista. Además, esas escenas no son solo gimnasia y sudor. Están llenas de diálogo, trama y emoción. Es innegable que yo soy un hombre, pero me esforcé para que 'La doncella' no pareciera dirigida a colmar fantasías masculinas.

Después de todo, todos los personajes masculinos de la película son sádicos y repugnantes. De veras creo que he hecho una película feminista. Según como se mire, la historia puede entenderse como una metáfora sobre toda la perversa desinformación que a los hombres se les inculca desde niños acerca de lo que les gusta a las mujeres y de lo que se supone que es el sexo. Creo que el consumo excesivo de pornografía ha puesto el ego masculino patas arriba.

Casi todo su cine posterior a 'Oldboy' (2003) son historias de mujeres. ¿Por qué? Supongo que porque tuve una hija. Entre ella y mi esposa me enseñaron a contemplar el mundo desde una perspectiva más femenina. Y siento que gracias a ello he crecido como ser humano. Siento que poner a una muer en el centro de tu película automáticamente la hace más sofisticada. Además, mientras rodaba 'Sympathy for Lady Vengeance' me di cuenta de lo raro que es ver en pantalla mujeres con poder para someter a los hombres y hacerlos sufrir. Por eso me gusta hacerlo a mí.

En ese sentido, y aunque seguramente esté usted harto de que le hagan esta pregunta, ¿por qué insiste en incluir violencia extrema y comportamientos extremos en su cine? No lo hago porque esos comportamientos me proporcionen placer. No creo que se lo proporcionen a nadie cuerdo. Por un lado, mi vida es extremadamente aburrida y el cine me da la oportunidad de expandir los límites de mi propia experiencia. Pero, por encima de todo, creo necesario que alguien muestre toda esa violencia que sucede ahí afuera. Hay que ser consciente de ella para prevenirla. Y lo que me interesa no son los actos violentos en sí, sino las emociones que los causan.

Emociones como la sed de venganza, el gran tema de su filmografía. Sí, me fascina. La venganza es una reacción contra algo irremediable y que por tanto no proporciona ningún alivio a quien la ejerce. La venganza, pues, es fútil, pero aun así muy humana. El espectador contempla a un personaje en busca de venganza y automáticamente se pone de su parte, no importa lo irracionales que sean sus actos. Para un narrador, lograr ese tipo de empatía facilita mucho las cosas.